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La ciudad reposa en torno

Actualizado: 13 feb 2020

La ciudad reposa en torno. Palabras liminares a Ciudades aprehendidas y otros apegos. Ensayo literario joven en México.


José Miguel Barajas García



La ciudad reposa en torno; la calle, con luz, se aquieta

y con antorchas ornados se deslizan los carruajes.

Saciados vuelven los hombres al reposo en sus moradas,

sopesa algún pensativo la pérdida y la ganancia

satisfecho en el hogar; ya sin vides y sin flores

descansa en sus tareas el afanoso mercado,

de cuerdas, lejana música se oye desde los jardines,

¿son los sones de un amante o recuerda un solitario

a los perdidos amigos y la juventud ya ida?


Estas palabras son de Hölderlin y quiero recordar con ellas otras que en otro tiempo escribí, inspiradas en Heidegger, inspirado también en la elegía Pan y vino del poeta de la torre de Tubinga. Como cuestionamiento impotente a la escritura propia me pregunté: “¿Y para qué becarios en tiempos de sicarios?”. Era 2011 y vivía en el otrora Distrito Federal. En Xalapa comenzaba a despuntar la violencia y me dolía de manera extraña saberme seguro en una ciudad que hasta entonces, en el imaginario de mi infancia en Los Tuxtlas, era tierra hostil, adonde iban a parar los niños robados y donde había que cuidarse la cartera a cada instante. En 2011 el mundo ya no era el de la infancia, yo tampoco, pero no sabía cómo conciliar la escritura de un libro de ensayos sobre Mallarmé junto con la violencia que entonces comenzaba a cercarnos.

Recurro a este breve recuento para confesar con gratitud que el ensayo en los días aciagos es posible. Esta sensación me deja la lectura de Ciudades aprehendidas y otros apegos. Ensayo literario joven en México. He tenido la oportunidad de conocer a varias de las personas que han escrito en este libro. También he podido conocer sus trabajos en los días que han visitado Xalapa, quienes son de fuera, o en las ocasiones que he ido a las lecturas de aquellos que viven aquí. Conozco también a Víctor Hugo Vásquez Rentería. Esto podría no ser así y de cualquier manera el peso de la expresión literaria de estos ensayistas acabaría por producir en mí la misma empatía que me producen Roberto Arlt en la Argentina de los años treinta o César Vallejo en París durante el mismo periodo. Sin embargo, ocurre que los conozco y también los lugares de los que varios de ellos hablan me son familiares y en consecuencia, de manera personal, propios. Esto es importante porque el ensayo, como lo político, también es personal. He ahí otro mérito de las voces aquí reunidas.

La Culiacán de Majo Amaral con sus tres ríos, por ejemplo, me remite a la violencia que no para, a las muertes de los prójimos y sin embargo también es una prueba de que la escritura es posible en medio del dolor. Mi padre, que es de Nayarit, estudió siete años en Culiacán. Todos los recuerdos que tiene de sus años de universitario son de ahí. Por eso Culiacán no me es tampoco ajeno y aquí también tenemos desaparecidos, periodistas asesinados y muchas preguntas que el ensayo puede ayudarnos a sobrellevar. Aquí en Xalapa vivo junto a la USBI. No hay día, tarde o madrugada en la que no escuche pasar al tren que, como dice Roberto Bolaños “no volvió a transportar ni un alma. Hoy sólo carga mercancías”. El viaje en tren es otro rumbo que con frecuencia lo imagino al sur; pero el ensayo de Roberto me hace ir a otros lugares, como El Guardagujas de Arreola que Roberto también menciona. Y así, de pronto, vuelvo a Xalapa con los ensayos de Kennia Cervantes, e imagino, intento imaginar, el recorrido de ese taxi que toma otros caminos mientras el pensamiento de quien ensaya sigue una ruta propia. Aquí también aparecen los trenes y la inseguridad que ya conozco, que no sólo está en Culiacán. También la migración, que es universal. Y volvemos a los que ya no están y que sus familias no dejan de buscar. Luego aparece la Ciudad de México en los ensayos de Debra Figueroa, quien es de Zapopan, pero persiste en mantenerse en la Ciudad Monstruo, en la Central de Abasto de la Ciudad Monstruo, y ante ese compromiso le surge la pregunta “¿Cuál es mi propósito de estar aquí? A lo que enseguida se responde “Estar aquí es mi propósito”. Luego vienen los ensayos de Génesis J. Guerrero, cuyo trabajo como el de Laura Sofía Rivero y el de Saúl Sánchez Lovera he podido conocer de cerca. Génesis, de Guadalajara, escribe desde Houston algunas de las condiciones de su exilio por circunstancias académicas. Laura Sofía, de su Tlalnepantla y Saúl de su particular sur de la colonia centro de la Ciudad de México. Estoy dando sólo geografías, el libro contiene los ensayos y de su lectura se desprende el recorrido que cada uno de nosotros pueda hacer. Veo, también con gusto a tres veracruzanos más. Genaro Hernández Mota regresa a un Martínez de la Torre que el cambio climático, pero también el irremediable paso del tiempo, ha transformado. Lo interesante es el recorrido de quien ensaya y los lugares a los que su mirada nos lleva. Abelardo López, por su parte, dice una verdad como puños: “Sobre Xalapa se escribe menos que sobre París…”, y la también poeta Nicté Toxqui viaja a Pluviosilla, que es otra forma literaria de llegar a su natal Orizaba. Diego Rodríguez Landeros, a través del libro de Karla Olvera, nos hace oír lo que él escucha cuando lee La música en un tranvía checo. De este modo, de Mazatlán llegamos a Praga, pasando por Pachuca y todo ello desde aquí, gracias a este libro que hoy presentamos y que aquí tengo en mis manos.

La coedición es del Instituto Literario de Veracruz y de palabrAndante. La voz la toman los jóvenes y los reúne Víctor Hugo Vásquez Rentería. Resta dejar que estos ensayos nos sorprendan de manera grata. Puedo asegurar que no será de otro modo.




José Miguel Barajas [García] ensayista y traductor mexicano. Licenciado en Lengua y Literatura Hispánicas, Licenciado en Lengua Francesa y Maestro en Literatura Mexicana por la Universidad Veracruzana. Ha publicado en revistas literarias, libros colectivos y obras especializadas. Recibió en 2008 el Premio Nacional de Ensayo Juan Rulfo y fue becario de ensayo en la Fundación para las Letras Mexicanas flm (2010-2012).





Foto Bence Biczo en Unsplash

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