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La buena madre


Samantha Carolina Torres Hernández


Después de tantos años de andar de arriba para abajo, de ver qué era lo que necesitaban, que si zapatos, que si calzones, que si Lulú ya se colgó en el barandal, que si ya te regañaron en la escuela por platicona, que si Lalita andaba enseñando los chones, después de todo eso, apenas me estoy dando cuenta de cómo es mi cara.

Tuvieron que pasar tres vidas sobre mí para que me diera cuenta de que en realidad vale la pena pintarme los ojos o que cambiar de peinado estaba bien porque me hacía sentir mejor. Y no porque Tina, la de la farmacia me hiciera un comentario dizque muy amable, ¿quién le va a andar creyendo? “Ay, te ves hasta más joven” me dice, según ella. Yo no le pregunté si me veía joven, me hice el chongo pal otro lado porque como que la cabeza se me ladiaba de más y al rato sentía que andaba toda Cuasimoda. No, hija, me di cuenta de cosas este año…

Pagliacci, César Pedroza ¿Ya ves que tenemos el espejo en las escaleras? Pues, andaba yo juntando un suéter que dejó Lalita en el barandal y que me volteo y me veo. N´hombre me saqué de onda, ¿a poco era esa yo? Tanto tiempo hija, me costó mucho reconocerme. Todo este tiempo me esforcé tanto por ser Mamá, y todo por culpa del idiota de tu padre; y Mamá la comida y Mamá la escuela y Mamá este es mi novio y luego, Mamá ya no, todos son iguales y te arrimaba el rollo para que lloraras a gusto. No creas que se me olvida que aquel infeliz lo único que tenia de bonito era lo pelirrojo o los ojillos, porque de ahí en más, ¿cómo te traía? Y ni se te vaya ocurrir volverle a hablar, yo a ese ya no me lo trago. Primero fíjate en ti, en cómo has logrado tanto tú solita. Yo a ti te admiro, aunque nunca te lo diga, bueno, a todas, cada una tiene lo suyo, ve como han ido encaminándose, ya bien grandotas. Por eso te digo que siempre te fijes en ti, no te hagas como yo que después de tantos años ya ni sabía que mi cara se veía así, como de una Mamá y no como la de una Cristina.

Yo a Cristina la extraño mucho, porque, aunque no lo creas, yo amaba mucho lo que era. Era una mujer capaz, muy lista, muy bonita. Pero, todo eso quedó atrás, porque también quise ser una buena madre, aunque no lo fui, ¿verdad? A veces te veo y pienso que sí, pero, luego de pronto dices cosas y siento que no. Perdón, perdóname por no ser una buena Mamá, mi Mamá tampoco lo fue, yo creo que de ahí lo saqué, pero, perdóname. Todos los días lo intento y siento que puedo ser mejor.

Yo nunca quise herirlas, pero, las cosas pasaron y luego que no me veía al espejo y que madrugaba y que comíamos bien poquito y tu padre chingue y chingue y yo queriendo ser y no pude y ¿verdad que sí me perdonas? Es muy difícil, no quise regañarlas tanto o decirles, no te subas ahí, por favor tápate eso, obedece a tu maestra y pues quién soy yo para decirles cómo ser o no ser si no puedo ni poquito. Yo nomás estaba piense y piense, ¿las dejo o no? Si las dejo se me van y si se me van qué me queda, pero al final terminaron siendo esto y no más porque para que fueran dejé de ser y no supe ni dónde quedé.

Perdón…



Fotografía: Erick Cuéllar



Samantha Carolina Torres Hernández. Añeja estudiante de la licenciatura en Letras Hispánicas en el CUSur. Cándida pseudo-prosista que obtuvo el primer lugar del octavo concurso literario CUSur en la categoría de cuento, así como acreedora del tercer lugar de la categoría de poesía en el Festival Cultural de Día de Muertos CUSur y con una mención honorífica en el quinto concurso literario CUSur de la categoría de cuento.

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