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La bienvenida

pergoladehumo

Oskar Asterión




Aquella luz blanca era demasiado incómoda, parecía sacar a la superficie la vergüenza, el miedo y alguna otra cosa que necesitaba permanecer oculta. Ante esa sensación, Abacuc decidió agachar la cabeza y cerrar los ojos, como si eso pudiera ser una barrera suficiente entre él y el exterior. El sonido de una máquina que ha sido prendida y una voz lo sacaron de dicha barrera.

-- Sabe por qué está aquí ¿cierto?

--- Le juro que no fue mi culpa, esta situación me ha sobrepasado, vivo con un pánico terrible, yo...

--- Cálmese, respire hondo y ponga en orden sus ideas...

-- ¿Usted cree en posesiones?

--- ¿Posesiones? ¿Cómo en El exorcista?

--- ¡Sí! No me mire así por favor, le juro que esto es real. Algo ha tomado posesión de mí y ha convertido mis noches en un infierno del que parece que no tengo escapatoria. Estas últimas semanas han sido un verdadero suplicio.

--- Joven, está en una situación delicada, creo que hasta ahora he sido paciente con usted, no me venga con chingaderas y comience a decir la verdad.

--- Yo sé cómo suena esto, pero por lo que más quiera, le suplico que me crea, sé lo que le digo, cuando

digo que he sido poseído...

--- A ver, dígame...

--- Nunca olvidaré el día que vino a vivir. Mi novia lo trajo de regreso de casa de sus padres, pasaría las vacaciones con nosotros. No teníamos mucho de vivir juntos, pero a ella le parecía bien que él tuviera un cambio de aires, en lugar de pasar todo el día encerrado en su cuarto sin hacer otra cosa “será sólo un mes, no se va a quedar para siempre.” Realmente no tenía ganas de tener compartir nuestro departamento, ni de renunciar a ciertas comodidades que la privacidad nos ofrecía, aunque tampoco podía negarle algo a ella, ni a sus labios al dejar un camino besos en mi cuello. Un “sí,” acompañado de un gemido fue lo que me sentenció al inicio de mi ruina. Ese mismo día, tras un viaje en autobús del que no formé parte, llegó. Aquel muchacho parecía casi una calca exacta de mi novia, con formas más rectas, un pecho más plano y un cabello más corto, junto a unos ojos que parecían estudiarlo todo con la precisión de un coleccionista de insectos, a punto de atravesar su nueva adquisición con un alfiler.

--- Puede saltarse los detalles innecesarios...

---- El primer día todo transcurrió de lo más normal, una caminata por el centro de la ciudad, una visita al parque y un café, para lo cercanos que me ella me dijo que eran, daba la impresión de que su hermano se encontraba a varios kilómetros de distancia, en un sitio donde las anécdotas, los chistes y los cariños de su hermana no parecían llegar, pero entonces clavaba sus ojos en mí y la proximidad entre ambos era tanta que resultaba agobiante, entre eso y una leve sonrisa de duende, comenzaron a incomodarme, ni siquiera me había vuelto parte de su conversación y ahora él me miraba a mí.

--- ¿Acaso a usted le gustan los...

---- No, para nada. Siempre he tenido clarísimo que me gustan las mujeres, en sus diversas formas y tamaños, Ella y yo pensábamos en matrimonio incluso, sólo nos faltaba el dinero para al menos hacer algo pequeño. Nunca había estado tan convencido, como la última vez, en nuestra cama, mientras ella descansaba sobre mi pecho, haciéndome sentir que su seguridad y tranquilidad dependían únicamente de mi y mi capacidad de brindárselas, que era la única mujer para mí. Teníamos una magnífica relación, sabía mantenerme satisfecho de todas mis necesidades.

--- ¿Qué fue lo que cambió?

--- Al día siguiente me avisa que debía salir de la ciudad por al menos dos semanas, una cosa del trabajo, dijo lo mucho que lamentaba dejarme con su hermano, recordándome lo importante que era hacerle el paro. Me costó decirle que no, especialmente al momento de mencionarme que había visto en una tienda de esa ciudad un conjunto de lencería azul que deseaba modelarme. No muy convencido y ardiendo en ganas de verlo en su piel, accedí pensando que sería una buena oportunidad para negociar con su hermano más privacidad a su regreso. Ese mismo día en la noche la habíamos despedido en la central de autobuses. El viaje de regreso al departamento no tuvo ningún contratiempo, algunas preguntas sobre sitios a los cuales ir a correr. Notaba lo orgulloso que se sentía de lo esbelto que era, de lo fácil que era atraer miradas de mujeres y también hombres, mientras me guiñaba el ojo de una forma bastante coqueta.




--- Me está diciendo que lo empezó a seducir...

---- Sé que lo parece, hasta ese momento, todo era normal. Después de una cena ligera, cada quien se fue a su cuarto. Mi novia y yo nos estuvimos mensajeando durante un rato, mientras el sueño comenzaba a aproximarse, dejé el teléfono en la mesa de noche y cerré los ojos. Un sonido sutil, constante comenzó a traspasar las paredes, un sonido que me resultaba bastante familiar, sollozos diminutos brotaban de la habitación de mi huésped y futuro cuñado. No eran sollozos, eran más similares a gemidos “hasta en la forma de gemir se parecen.” Me resultaba fascinante ver a mi novia pero en hombre. Aquel sonido empezaba a ser un tanto incómodo, así que di un golpecito en la pared y le pregunté si todo estaba bien, no hubo respuesta, en lugar de gemidos ahora sólo escuchaba la pesada respiración de quien duerme de forma profunda. Sin ninguna respuesta ni sonido adicional, por fin comencé a dormir, y a soñar, mejor dicho, comencé a tener una pesadilla. En ella me veía a mí mismo contemplándome en el espejo, acariciando el reflejo como si se tratara de mi cuerpo, pero no eran mis caricias conocidas, eran sensuales, lascivas, de una forma que me resultaba novedosa considerando que mi novia jamás ha tocado mi pecho o mis nalgas de esa forma. En un determinado momento, mi rostro me guiñaba el ojo y sonreía con una confianza que me hizo despertar. Entonces noté cierta humedad en mi cuerpo que me dio vergüenza, tenía años que no me pasaba eso. Me limpié con el primer trapo que tuve a la mano, me puse un pants y una sudadera y salí de mi dormitorio. Un buen café era justo lo que necesitaba y a cambio vi una figura esbelta y juvenil, enfundada en una diminuto bikini que resaltaba un paquete y un trasero que me sorprendió contemplar...

--- De nuevo joven, no necesito que me cuente este tipo de detalles, no le están ayudando y sólo me hace

reafirmar mi teoría de lo que pasó.

--- Le pido me disculpe, esta situación como ya le dije, me está sobrepasando y estas imágenes son algo bastante difícil de asimilar, en fin, iré al punto. Durante el día, el hermano de mi novia se iba a correr al parque más cercano, usando la ropa más corta y ajustada posible, volvía y sin ningún tipo de pudor se desnudaba en la sala, yendo a recoger su tiradero usando sólo una toalla. El resto del día prefería quedarse en su cuarto, jugando alguna cosa en el celular y por las noches, seguía escuchando aquellos gemidos, que penetraban profundamente en mis oídos seguidos de su profunda respiración. Nunca duraban lo suficiente, pensaba que tal vez los días sin mi novia me estaban comenzando a afectar. Cada noche mis pesadillas iban más lejos, en una mi reflejo salía del espejo y me besaba, en otra comenzaba a verme rodeado de otros chicos, esbeltos, musculosos, fornidos, todos me acariciaban y lamían con la mirada, con aquella sonrisa que se metía entre mi ropa, buscando un espacio bajo mi piel. Despertaba

con miedo, excitación y la sensación estar en otro sitio, como si cama o mi cuerpo fueran ajenos al resto de mí. Ayer, mi cordura se fue a la mierda, él me dijo que saldría con unos chavos que había conocido corriendo, irían a una fiesta y que no lo esperara. Sabía que no era buena idea dejarlo salir de fiesta en una ciudad que no era la suya, sin embargo, el poder descansar, al menos unas pocas horas era demasiado tentador. Me tomé una cuántas cervezas, vi una película y empecé a sentir el cuerpo pesado, exigiendo llegar a la cama. No sé cuánto tiempo pasó o en qué momento la oscuridad dominó el espacio, desperté al escuchar unas risas, agudas de cristal roto, asumí que ya había vuelto, sentía un sopor tan fuerte que ni siquiera quise revisar la hora, volví a cerrar los ojos y una vez más parecía haberse ido de la misma forma que el agua de una llave. Al despertar nuevamente, esas tinieblas eran más densas y aterciopeladas y mi cuerpo se sentía entumecido, no podía mover la cabeza y por más que intentaba gritar no salía ningún tipo de sonido de mi garganta, igual que mis ojos que parecían cosidos e incapaces de abrirse. El ruido de la puerta me puso alerta, un breve rechinido y pasos fugaces, de pies imposibles para ser incluso de un niño; algo en el aire me hacía percibir un movimiento, sabía que se aproximaba a mí, la distancia entre mi cama y la puerta es cosa de nada, pero en ese instante me pareció abismal, dejé de escuchar los pasos y entonces el movimiento me hacía pensar en un insecto o en el reptar de una serpiente...sí, esa sonrisa, minúscula y maligna ahora se acercaba, subiendo por mis piernas, acariciándolas, dejando besos filosos que lentamente trepaban mis muslos, acariciaban mi paquete y se deslizaban en mi abdomen. Ya no sólo quería, necesitaba gritar, pedir por favor que me liberara de aquello, deseaba con todas mis fuerzas dejar de sentir aquella presión, de las frías plantas de los pies sobre mi pecho. Cuando por fin pude abrir los ojos, me encontré cara a cara con aquel muchacho, con un tamaño que me resultaba ilógico, con ojos vacíos y su sonrisa siendo ahora inmensa, carnívora, torciéndose para dejar escapar un “déjate llevar.” Pude sentir algo entrando a toda velocidad en mi boca, y entonces, supe que ahora estaba dentro de mí, tomando el control de todo mi cuerpo. Grité, sentí lágrimas y entonces perdí el conocimiento.

En la sala empezó a reinar un silencio, cortado por unos sollozos y el sonido de las cadenas que mantenían unidas a las esposas. Un carraspeo interrumpió lo que ahora era un llanto infantil.

--- Dice usted que de pronto sintió a alguien subido a su pecho, ¿no es así?

--- Así es...

--- Qué curioso, el menor de edad, dijo que despertó y lo vio en una posición similar, diciéndole que se dejara llevar también...


La máquina en ese momento, dejó de grabar.


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