Miguel Ángel Galán
Frances Halladay (Greta Gerwig) tiene 27 años y va corriendo con retraso a la vida adulta: practica danza moderna con más entusiasmo que técnica, usa vestidos bajo su chamarra de cuero, tiene problemas para gestionar su dinero y para pagar el departamento. Es “un desastre encantador de ver” (Viv.ácida, 2022). Frances Ha (Noah Baumbach, 2012) cuenta la historia de esta aprendiz de bailarina y su camino hacia el mundo adulto a través de sus vivencias: la amistad a prueba de cualquier decisión juvenil, el sueño de ser una artista exitosa y joven y los inevitables golpes de realidad, ¿esto no les suena familiar a ustedes?
Para ello, la cinta presenta elementos que recuerdan a Woody Allen y a la nouvelle vague: la estilización de Nueva York en blanco y negro, la música moderna, el tono de comedia sofisticada y los lapsos de puro amor a la imagen, a la vida y a sus absurdos. Una manera interesante de retratar las contradicciones de la vida de una joven que está por cruzar las fronteras de la juventud.
Una persona real
Frances Halladay se acerca peligrosamente a los treinta años y se encuentra en un “no lugar” de su vida hacia el mundo adulto. A su alrededor todos toman decisiones “serias”: vivir en cierto lugar, formalizar una relación o conseguir un mejor empleo. Pero Frances apenas ha comenzado a comprender el significado de la madurez. Aunque en sus palabras ella “aún no es una persona real”, es capaz de regalarnos destellos de lucidez entrañables:
Es ese momento en el que estás con alguien, y lo quieres y lo sabe, y te quiere y lo sabes. Y están en una fiesta, y están cada uno hablando con otras personas y se están divirtiendo, y miran al otro lado de la sala y cruzan las miradas, pero no porque sean posesivos ni tiene por qué ser algo sexual, sino porque están hechos el uno para el otro.
Aún con sus contradicciones (o, tal vez, gracias a ellas) es posible sentir afinidad con Frances. Algunos de nosotros hemos pensado que no somos una persona real, y que nos aferramos a sueños que no sabemos cómo alcanzar en lugar de obedecer al sentido común. La empatía con Frances también es detonada por la actuación de Greta Gerwig, cuyas expresiones transmiten inseguridad y confusión: la forma atropellada de bailar, los movimientos de tensión con las manos, las caras de angustia o los gestos de tranquila decepción al ver que sus chistes no causan la risa que esperaba. Un detalle en su carrera nos ayuda a comprender la fuerza de su actuación:
Apenas llevaba dos meses fuera de la universidad cuando hice Hannah (Hanna takes the stairs, 2007) y estaba aterrorizada. No sabía cómo iba a ganarme la vida… Trabajaba como tutor y no fue hasta un par de años después que pude ganarme la vida simplemente actuando. Y una parte de mí todavía tiene miedo de que todo desaparezca mañana. (Tim Lewis, 2012).
Frances se va confrontando con sus decisiones y con el significado de sus sueños, pero, sobre todo, descubre que es difícil hacer movimientos delicados y coordinados cargando con situaciones que ya no existen y con personas que ya no están. Es una revelación con un costo especial: el orden de las cosas en que se sostiene su vida tiene que cambiar. Para caminar dentro de la zona liminal de la juventud debe soltar lo que ya se ha ido.
Una amistad para toda la vida
El pilar más fuerte de la vida de Frances es la amistad con Sophie (Mickey Sumner), su roomie, confidente y cómplice, y quien también busca un lugar en la fauna artística como editora. Con ella comparte hábitos, chistes locales y la ciudad de Nueva York: como personajes de Woody Allen se mimetizan con las multitudes en los parques y con el paisaje de edificios, bailando en las calles, jugando en el metro y fumando en las escaleras de emergencia. Juntas han elaborado una trama de sueños de éxito que se sintetiza en un manifiesto compartido:
—Vamos a dominar el mundo.
—Tú serás una magnate de las editoriales increíblemente perra.
—Y tú serás una famosa bailarina moderna y publicaré un libro muy caro sobre ti.
—Que los idiotas de los que nos reímos pondrán en su mesa de centro.
Frances concuerda con la descripción que los demás hacen de ellas: son una pareja de lesbianas que ya no tienen sexo. A nivel argumentativo, esta relación no se basa en el amor en términos tradicionales. En palabras de Baumbach, se trata de un vínculo afectivo que no incluía hombres:
Nos dimos cuenta […] de que no había una historia de amor convencional, sino una historia de amor entre mujeres, entre amigas. No nos sentamos a escribir una historia así de forma intencionada, pero sentimos que su relación con su amiga era la relación más poderosa en su vida en ese momento. (Carlos Reviriego, 2014).
Todo se mueve de sitio cuando Sophie decide mudarse por su cuenta a Tribeca, el barrio en el que siempre ha deseado vivir, y formaliza su relación con un hombre al que, aparentemente, no terminaba de tomar en serio. Esto pone en evidencia las formas opuestas que tiene cada una de ver las cosas: Frances desea seguir el estilo de vida despreocupado que llevaba con su amiga, lleno de ideales compartidos y fiestas con artistas desconocidos. Sophie, por su lado, es más pragmática, aprovechó su oportunidad de llegar a donde soñaba y negoció temporalmente su ideal de ser una editora dominante para vivir con su novio.
Sin embargo, ninguna ha reconocido aún que, en adelante, la vida será tomar decisiones contradictorias y hacer malabares callejeros con sus consecuencias. Así es como el manifiesto que ambas comparten, —los sueños “de un adulto que aún no es del todo adulto, pero que pronto tendrá que serlo” (Silvia Panadero, s.f.)—, comienza a desvanecerse.
Vivir del arte: el gusto por los errores
Una decisión aparentemente contradictoria y absurda en la vida de Frances es la de ser artista. Sobre ello se sostiene su presente y su futuro, le ha dedicado sus estudios y es la razón por la que vive en Nueva York. Es un sueño que, a diferencia de la amistad que se trastoca de forma repentina, se irá cayendo a pedazos.
“No contaremos contigo” es una frase familiar para muchos e inevitable para todos, y para Frances llega al ser relegada de la compañía de danza en la que deseaba volverse titular, obligándola a tomar empleos que le generan una insatisfacción personal profunda. Cuando se le reconoce el ser buena mesera, contesta: “No soy camarera, sólo sirvo”, la cual es “una frase sencilla, pero que expresa un sentimiento compartido por muchos, el de no estar donde uno debería” (Silvia Panadero, s.f.). Pero hay otro detalle: Frances no es la mejor bailarina. Durante los ensayos de la compañía, los bailarines realizan movimientos coordinados y precisos, con la naturalidad de quien se ha familiarizado con los secretos de su oficio. En medio de esta nube de figuras y patrones, resalta Frances y su cuerpo alargado tratando de llegar a tiempo a la vuelta siguiente, dando un tirón a los brazos rematando su figura inexacta, con la mirada resignada de quien sabe que será desplazada.
Mientras la vida le va mostrando algunas reglas y requisitos para triunfar en el mundo del arte, Frances se refugia en la visión idílica que se ha creado de este entorno a través de Lev y Benji, dos jóvenes adinerados de quienes admira su estilo de vida: las tardes mirando películas en un departamento adornado a conciencia, las fiestas y los ligues continuos, los intentos por terminar esculturas o los cambios de proyectos de guión importantes de un día para otro. Sin embargo, Frances no tiene solvencia para pagar la renta, para vivir sin trabajar y para comprar cualquier artículo que encuentre en alguna tienda. Es la propia Sophie quien le revela algo que tal vez trataba de negar: sólo los niños ricos pueden ser artistas.
Más de uno nos hemos sentido estancados como Frances, tratando de correr con los pies hundidos en el suelo y mirando cómo avanzan las personas a nuestro alrededor. Esto es algo que los propios guionistas vivieron en algún momento de sus carreras. A sus 27 años, Baumbach sentía “que ya había perdido varias oportunidades y que el tiempo se escapaba a gran velocidad” (Carlos Reviriego, 2014). Para Gerwig, es una etapa con cierto encanto pero que al final del día es necesario superar:
Cuando llegas a los 27, deja de ser encantador e interesante y empieza a ser algo patológico. Y tienes que encontrar una nueva forma de vida. De lo contrario, vas a estar en un lugar donde el resto de tus compañeros han seguido adelante, y estás atascado. (Belu Borelli, 2023).
El gusto de Frances por los errores y sus vueltas accidentadas en el espacio liminal de la juventud se expresa en una escena: corre y salta entusiasmada por las calles de Nueva York, con “Modern Love” de David Bowie de fondo. Esta es una demostración de gusto por la vida y sus absurdos y de amor por el personaje (y por Greta, tal vez). Pero es también un homenaje a la carrera a la nada en Jules et Jim (François Truffaut, 1962), y a las travesuras de Odile, Arthur y France en Bande à part (Jean-Luc Godard, 1964). Con rock vibrante “corre de todo lo que la lastima: corre de su trabajo, de sus sueños y de ella misma” (Belu Borelli, 2023). La máquina de la vida adulta y moderna finalmente atrapó a Frances Halladay.
En los límites
Esta historia explora la vitalidad y las inquietudes de una etapa compleja entre la mayoría de edad y la madurez: ¿hasta dónde llega la juventud?, ¿dónde comienza la madurez?, ¿se quedarán para siempre las personas que amamos?, ¿nos resignamos a lo que vivimos aunque no se trate de lo que alguna vez soñamos?
Todo ello remite a los principales referentes de la cinta. La nouvelle vague se manifiesta en “la forma de rodar casi con despreocupación, descuido y ese toque de frescura, naturalidad y espontaneidad tan característico del movimiento francés” (Lucía Ros, 2013). La intensidad y estructura de la cinta (cuyos “capítulos” se señalan con direcciones) remiten a Manhattan (Woody Allen, 1979), película que “se mueve entre la comedia y el drama y se estructura en secuencias breves y diálogos cortantes y directos que hablan de sentimientos y de caminos vitales” (Masdearte, 2014). Baumbach sintetiza estas referencias:
Cuando el guion fue tomando forma ya sentí que debía ser una película en blanco y negro, que debía tener cierto formalismo, que diera la sensación de estar estructurada pero no mucho, que la imagen fuera bella, con algo de clasicismo incluso. No quería algo sucio, sino algo hermoso. (Carlos Reviriego, 2014).
Los golpes de realidad hacen que Frances madure, aunque sin renunciar a su locura interna. Conservando su gusto por los errores, consigue independencia económica poniendo pausa a sus idas y venidas y explorando una faceta artística que desconocía y para la que tiene un talento natural. Sin más compañía que ella misma, Frances encuentra la salida y cruza las fronteras de la juventud.
Referencias
Borelli, B. (2023, 4 de agosto). Frances Ha: una oda en blanco y negro a la eterna adolescente incomprendida. Popcon. https://popcon.com.ar/frances-ha-una-oda-baumbach-gerwig/
Lewis, T. (2012, 15 de abril). Greta Gerwig: 'I idolise Woody Allen as a writer'. The Guardian. https://www.theguardian.com/theobserver/2012/apr/15/greta-gerwig-woody-allen-interview
Masdearte. (2014, 4 de abril). Frances Ha, esencia joven, sabor añejo. https://masdearte.com/fuera-de-menu/frances-ha-esencia-joven-sabor-anejo/
Panadero, S. (s.f.). Frances Ha: crecer a regañadientes. Jot Down Magazine. https://www.jotdown.es/2021/06/frances-ha-crecer-a-reganadientes/
Reviriego, C. (2014, 11 de junio). Noah Baumbach: «Hay que estar abierto al caos». https://carlosreviriego.wordpress.com/2014/06/11/noah-baumbach-hay-que-estar-abierto-al-caos/
Ros, L. (2013, 30 de julio). 'Frances Ha', la eterna adolescente de Noah Baumbach. Espinof. https://www.espinof.com/criticas/frances-ha-la-eterna-adolescente-de-noah-baumbach
Viv.ácida. (2020, 22 de agosto). Frances ha: el fracaso de la mediana edad. La Laguna Negra. https://www.lagunanegra.co/a/frances-ha-el-fracaso-de-la-mediana-edad
Miguel Ángel Galán (Xalapa, Veracruz, 1990) considera que el cine y la música son un punto de partida para reflexionar sobre las ideas y las emociones que nos mueven. Es sociólogo y maestro en Estudios de la Cultura y la Comunicación por la Universidad Veracruzana. Se especializa en análisis de redes sociales. Formó parte del seminario Opinión, Crítica y Ensayo del canal de cine ZoomF7.
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