Tania Rivera
A principios de este año, en redes sociales podían leerse estados en los que se pedía “2020 sorpréndeme” y tal parece que estos ruegos elevados al Dios omnipotente del internet dieron resultado: el 2020 ha sido una mala noticia tras otra: incendios en Australia, la caída del precio del petróleo y recientemente una pandemia. Si comienzo estas líneas con un claro pesimismo es porque, en el fondo es lo que todos opinamos sobre lo que va del año, sin embargo esta cuarentena también tiene un lado positivo: el tiempo. Y aprovechando que muchos de nosotros no sabemos qué ver, a continuación hablaré de una película que es una pena que no se haya podido estrenar en cines –su estreno estaba previsto para el 09 de abril–pero que confío, en que al final de esta reseña todos corran a mirarla.
Portrait de la jeune fille en feu (2019) –en español Retrato de una mujer en llamas– es el cuarto largometraje de la directora francesa Céline Sciamma, conocida por su exploración de la sexualidad femenina en la adolescencia y la pubertad y, además, por retratar a personajes LGBT+ como en la película Tomboy (2011). Sin embargo, en esta ocasión presenta un film con mujeres maduras, viviendo la intensidad de la adultez, pero siendo frenadas por las convenciones del siglo XVIII. Esta historia le valió a Sciamma el premio a mejor guion y la Palma Queer en Cannes 2019.
Retrato de una mujer en llamas nos presenta la historia de Marianne (Noèmie Merlant), una pintora que recibe el encargo de retratar a Hèloïse (Adèle Haendel), una chica que acaba de salir del convento para casarse. Este matrimonio sólo se llevará a cabo si el retrato es del gusto del futuro marido, sin embargo, Marianne se topará con la indisposición de la modelo para posar y deberá realizar la pintura en secreto. Poco a poco, la investigación de Marianne a su modelo terminará por desdibujar la barrera entre el artista y la musa, entre el observador y el observado y con ello, se abrirá la posibilidad al amor desenfrenado.
Dicho lo anterior, puedo imaginar la cara que habrá puesto el lector asustadizo (por no llamarlo mojigato) o el lector voyeurista (por no decirle morboso) y permítanme explicarme antes de que se hagan una falsa idea en la cabeza. Sí, está es una película de amor entre mujeres pero no encontrarán aquí una mera representación sexual de dicha relación. Cuando se le cuestionó a Sciamma sobre la sensualidad en la película dijo lo siguiente:
Puro erotismo, diría yo. Pero me he encontrado con muchos críticos, en su mayoría de una generación anterior, que la critican por no mostrar suficiente carne; supongo que ellos prefieren “La vida de Adele” (2013). Y que conste que me parece una película estupenda, pero sus escenas de sexo son una fantasía masculina inspirada en el porno. Las mujeres lesbianas no follamos como lo hacen sus protagonistas.
Erotismo es lo que podremos encontrar entre Marianne y Hèloïse; puede verse en las miradas, en los roces, en la respiración, en la mera cercanía. Aquí es donde radica la madurez de la historia de amor. No se trata del romance producto del deseo, nos enfrentamos a la pasión como resultado de la contemplación, de la presencia del otro, del silencio sólo interrumpido por el sonido del lápiz al pintar o de las llamas en la chimenea.
Hay que destacar el papel del silencio en la construcción de la atmósfera que propicia el romance, la música no está presente en toda la película, pero cuando aparece lo hace con la fuerza que solamente Vivaldi puede provocar. Y ya que tocamos ese tipo de advertencias, también es de mencionar la “lentitud” con que se nos presenta la historia, Sciamma se toma su tiempo para mostrarnos esos hermosos paisajes románticos que recuerdan a David Friedrich y, de igual forma, con las acciones de los personajes. Todo es quietud en esos solitarios riscos, por lo que no se desesperen y disfruten de la vista.
Otro error en los que podemos caer antes de acercarnos a la película, es creer que encontraremos un retrato fiel del siglo XVIII. No se deje engañar futuro espectador: es una película completamente contemporánea, conocemos mujeres que podrían ser nuestras amigas, vecinas y compañeras pero vestidas como antes de la revolución francesa. Veremos las mismas aspiraciones femeninas de nuestros días: escapar de muchas cárceles que aún nos aprisionan; es una exploración completa de todo el universo femenino, la maternidad y el rechazo a ella, el matrimonio, el deseo, la sexualidad e incluso, en el caso de Marianne veremos cómo es que el mismo arte también encarcela a las artistas. En ese sentido, no se espante querido lector si descubre en Retrato de una mujer en llamas ideas tan de nuestros días como la sororidad, el papel de la mujer en el arte y las lesbianas en la historia.
Las palabras “universo femenino” pueden hacer surgir sospechas a aquel lector que aún conserve dudas para ver esta película. Especialmente quiero dirigirme a los hombres, pues dicho así parece que los estoy mandando a ver Mujercitas –que por cierto me pareció maravillosa–, Orgullo y Prejuicio o cualquier otra película fácilmente tachable de “cursilona”; decir “una película de mujeres y sobre mujeres” podría dar la impresión de que tratará temas ajenos a los intereses masculinos y no voy a mentir: no hay hombres en esta película, más allá de apariciones incidentales y sí, también verán escenas de temas como el aborto –escenas brutales que no son muy distantes de los métodos ancestrales utilizados todavía en México– o el matrimonio, pero la belleza de este film radica en que también muestra sentimientos y experiencias universales: todos hemos amado profundamente, todos nos hemos preguntado el porqué perdemos a un ser querido, todos tenemos un recuerdo brillante y doloroso como ver a una mujer en llamas. En fin, despreocúpese lector de que no logrará congeniar con Marianne y Hëloise.
Por último quiero repetir que me parece una verdadera pena que Retrato de una mujer en llamas no llegue pronto a las salas mexicanas, así como también es lamentable que haya sido ignorada en premios tan importantes como el Oscar de este año, sin embargo es sabido que ese tipo de galas desde hace mucho tiempo obedecen a motivos totalmente ajenos al arte, – aunque el nombre de Céline Sciamma si desfiló por la alfombra roja en el abrigo Dior de Natalie Portman–. Todo esto lo menciono porque creo que con esas circunstancias tal vez no haya muchas posibilidades de encontrar esta película en el cine, pero si tiene la fortuna, querido lector, no dude en mirarla. No incito a la ilegalidad, pero si ve esta película en internet, véala, que seguramente observar el amor entre riscos y llamas le hará más soportable cualquier mala noticia que aún quede por darnos este año.
Referencias
Couvreur, B. Cayla, V. (Productores) y Sciamma, C.(Directora). (2019). Portrait de la jeune fille en feu.[Cinta cinematográfica]. Francia: Lilies Film, Arte France Cinéma y MK2 Diffusion.
Salván, N. (19 de Octubre de 2019). “Céline Sciamma: las lesbianas no tenemos historia, y yo he querido otorgamos una”. El periódico. [Consultado el 05 de abril de 2020]. Recuperado de: <https://www.elperiodico.com/es/ocio-y-cultura/20191019/entrevista-celine-sciamma-directora-retrato-de-una-mujer-en-llamas-7691205>.
Zurdo, J. (17 de octubre de 2019). “Céline Sciamma: El consentimiento es erótico; enseñar la boca y no el cuerpo es sensual”. El español. [Consultado el 05 de abril de 2020]. Recuperado de <https://www.elespanol.com/cultura/cine/20191017/celine-sciamma-consentimiento-erotico-ensenar-no-sensual/437457322_0.html>.
Tania Viridiana Hernández Rivera (Xalapa, Ver., 1997). Estudiante de Lengua y Literatura Hispánicas. Ha publicado en varias revistas digitales. Actualmente forma parte del comité editorial de Pérgola de humo.
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