Dalia Rodríguez de Leo
Fotografía: Teatro La Caja
Personajes:
Valeria, 16 años
Esperanza, 31 años
Tadeo, 53 años
Matuta
Habitación única de una casa pintada de gris. Tadeo duerme tendido en un sofá. Esperanza, sentada al fondo, mueve con prisa el pedal de su máquina de coser. Valeria observa atentamente a través de la ventana. Obscuro. Valeria enciende la vela que está sobre una mesita en la que hay tres tazas y una parrilla. Después va al frente y juega a la comidita con Matuta, su amiga imaginaria. Luego, corre a la ventana y mira caer las gotas de lluvia.
VALERIA: Llueve.
ESPERANZA: Otra vez.
VALERIA: ¿Podemos salir?
ESPERANZA: No.
VALERIA: Pero Matuta quiere salir…
ESPERANZA: Qué lástima.
VALERIA: Dice que por favor.
ESPERANZA: No.
Valeria vuelve a jugar con Matuta. Se acerca suave a Esperanza.
VALERIA: ¿Jugamos?
ESPERANZA: No.
VALERIA: Por favor.
ESPERANZA: No.
VALERIA: Anda, nos falta una para jugar a las traes…
ESPERANZA: Dos personas pueden jugar a las atrapadas.
VALERIA: Pero así aburre, entre tres es mejor…
ESPERANZA: No.
VALERIA: Juega…
ESPERANZA: No.
VALERIA: (Haciendo ruido) ¡Juega con nosotras!
ESPERANZA: Shh…
VALERIA: (Haciendo ruido) ¡Anda, juega…!
ESPERANZA: Cállate.
VALERIA: (Haciendo ruido) ¡Juega!
ESPERANZA: Está bien. Termino y juego.
Valeria sonríe, le da un beso y vuelve con Matuta.
VALERIA: ¡Esperanza! ¡Mira! ¡Esperanza, mira! ¡Allá afuera! ¡Mira, mira, mira, mira!
Esperanza se levanta, va hacia la ventana y cierra la cortina de golpe. Vuelve a coser.
VALERIA: ¿Por qué?
ESPERANZA: Duérmete.
VALERIA: Era un búho, en el cedro del jardín.
ESPERANZA: Ya no hay búhos.
VALERIA: ¡Pues yo vi uno!
ESPERANZA: Crece por favor.
VALERIA: ¿Podemos salir?
ESPERANZA: No.
VALERIA: Antes salías a jugar conmigo…
ESPERANZA: Antes no era obscuro.
Silencio
VALERIA: Una, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez…
ESPERANZA: Cállate.
VALERIA: (Hace ruido) ¡Once, doce, trece, catorce, quince, dieciséis…!
ESPERANZA: (Hace ruido) ¡Basta!
Tadeo se mueve. Ellas se congelan, lo miran en silencio hasta que vuelve a quedarse quieto. Suspiran aliviadas.
VALERIA: Matuta estaba contando las estrellas…
ESPERANZA: Las estrellas son infinitas, ¿para qué quiere contarlas?
Silencio. Observan a Tadeo.
VALERIA: Está dormido...
ESPERANZA: Sí.
VALERIA: No te acerques a él cuando despierte…
ESPERANZA: …
VALERIA: Matuta me dijo el otro día que salió a la calle y que ya no vio cadáveres. A lo mejor podemos salir, aunque sea al cedro. Y si alguien nos ve, a lo mejor puede llamar a otro alguien para que venga por nosotras y…
ESPERANZA: No tiene caso salir.
VALERIA: Pero afuera hay muchas cosas…
ESPERANZA: Sangre…
VALERIA: Cedros…
ESPERANZA: Bombas...
VALERIA: Búhos…
ESPERANZA: Armas...
VALERIA: Estrellas…
ESPERANZA: Ruinas…
VALERIA: Bebés…
ESPERANZA: Duérmete.
VALERIA: ¡Juguetes, niños, flores, luz, agua, lodo, palomas, muñecas, canicas…!
ESPERANZA: No.
VALERIA: ¡Personas!
ESPERANZA: Ya no.
VALERIA: …
ESPERANZA: Ya va a despertar… Trae su café.
Valeria va por una taza, sirve café y se lo da a Esperanza. Esperanza saca del cajón de su máquina un bote con pastillas para dormir, pone varias en el café de Tadeo y revuelve. Vuelve a coser.
VALERIA: ¡Esperanza! ¡Mira, mira, mira, mira, mira!
ESPERANZA: ¿Qué?
VALERIA: Una cucaracha…
ESPERANZA: Déjala.
VALERIA: ¡Qué bonita! Ayy, pero si está preciosa. ¿Puede ser mi mascota? ¡Se va a llamar Sara! ¡Sí, Sara! ¿Matuta, le ponemos Sara a la cucara…?
Esperanza aplasta a la cucaracha.
VALERIA: ¿Por qué?
Esperanza vuelve a coser.
VALERIA: ¿Podemos salir?
ESPERANZA: Vete a dormir.
VALERIA: Matuta no tiene sueño.
ESPERANZA: Matuta se va a dormir, ¿verdad Matuta?
Matuta asiente.
VALERIA: Ella no tiene sueño, ¿verdad?
Matuta asiente.
ESPERANZA: Te dije: a dormir.
VALERIA: ¿Por qué mataste a Sara?
Esperanza mira fijamente a Valeria. Vuelve a coser. Valeria va por una cajita que guarda bajo la ventana. Mete a Sara en un ataúd improvisado.
VALERIA: Sara… Tan chiquita… Tus ojitos… pareciera que todavía brillaran. Yo debí protegerte. Pero quiero que sepas que eres, fuiste y serás la mejor cucaracha del mundo. Matuta y yo te vamos a extrañar. Siempre estarás en nuestro corazón. Descanse en paz, Sara.
Esperanza sigue cosiendo.
VALERIA: ¿Ya casi terminas?
ESPERANZA: Casi.
VALERIA: Cuando termines vamos a jugar.
ESPERANZA: No.
VALERIA: ¡Pero tú me dijiste!
ESPERANZA: Cuando haga sol.
Se miran y ríen tímidamente.
VALERIA: Qué chistosa eres, Esperanza…
VALERIA mira fotos viejas que guarda en su cajita.
VALERIA: Oye…
ESPERANZA: ¿Sí?
VALERIA: Matuta tiene novio…
ESPERANZA: ¿Ah sí? ¿Y cómo es…?
VALERIA: Pues, no es muy guapo pero, es fuerte, como Tadeo…
ESPERANZA: O como un lobo.
VALERIA: Ojalá algún día yo también pueda tener un novio… ¿Te imaginas…? Valeria y… ¡Matuto! ¡Sí! Y vamos a caminar debajo de los cedros… Y vamos a ir al museo, ése que está en la ciudad, en el que había muchas plantas. Y vamos a contar las estrellas juntos. Y cuando sea grande y nuestra relación haya pasado a la etapa dos… ¡nos vamos a casar! Yo voy a ponerme un vestido blanco, largo, con lentejuelas y zapatillas de cristal, como en los cuentos. Matuta puede ayudarme a hacerlo, lo podemos coser en tu máquina… si nos la prestas… Y vamos a tener un hijo con mis pecas y sus ojos. Y vamos a matar a la gente mala, por mala…
ESPERANZA: Te está haciendo daño hablar tanto…
Esperanza toma una pastilla del bote y se la da a Valeria. Silencio.
VALERIA: ¿Cuando despierte Tadeo, va a jugar con nosotras?
ESPERANZA: Tadeo va a salir… Tú vas a dormirte.
VALERIA: ¿Y qué va a hacer contigo?
ESPERANZA: Yo me quedo aquí. Ya sabes que a él no le gusta que salga.
VALERIA: ¿Y va a tardarse?
ESPERANZA: Con suerte sí.
VALERIA: No dejes que se te acerque, Esperanza…
ESPERANZA: ¿Tengo opción?
VALERIA: ¿Ya terminaste de coser?
ESPERANZA: No.
VALERIA: Matuta te ayuda, para que tengas opción.
ESPERANZA: Matuta no sabe coser a máquina.
VALERIA: ¡Pero yo le enseñé!
ESPERANZA: ¿Y quién te enseñó a ti?
VALERIA: Matuta.
ESPERANZA: Ah, menos mal... (Ríe tímidamente)
VALERIA: ¿De qué te ríes Esperanza?
ESPERANZA: De nada… ya duérmete.
VALERIA: (Hace ruido) ¡Ya! ¡No te rías de mí!
Valeria rompe una taza. El café cae sobre la camisa que cosía Esperanza. Tadeo se mueve. Ellas se congelan, lo miran en silencio hasta que vuelve a quedarse quieto. Suspiran aliviadas. Valeria se burla.
ESPERANZA: No le hagas caso… deja de verlo.
Valeria se cubre los ojos, espía.
VALERIA: ¡Es Matuta!
ESPERANZA: Valeria, basta.
VALERIA: El otro día Matuta lo escuchó llorando...
ESPERANZA: Él nunca llora.
VALERIA: Estaba dormido, como siempre. Empezó a hablar quedito, como si tuviera miedo de que alguien lo escuchara… decía algo de su papá…
ESPERANZA: Quizá recordó su muerte…
VALERIA: ¿Cómo…?
ESPERANZA: Junto al cedro. Lo arrodillaron, le apuntaron con escopetas y le dispararon hasta que sus huesos se hicieron polvo.
VALERIA: ¿Tú viste?
ESPERANZA: … No (Cierra la ventana). No.
Luego de un rato, Valeria va a su cajita y saca una hoja con un mensaje. Apaga la vela. Lleva el mensaje a Esperanza.
VALERIA: Matuta me dijo que el otro día salió a la calle y se encontró a un señor muy amable por las vías, llevaba puesto un uniforme azul y le dio esto. Matuta piensa que ya no deben tardar en venir por nosotras para llevarnos a la ciudad… ¡Nos van a sacar de aquí, Esperanza! ¡Más allá del cedro!
Esperanza lee, después mira al vacío. Acto seguido escoge algunas prendas de ropa de mujer del montón que está junto a su máquina. Se las da a Valeria.
ESPERANZA: Tendrás un buen viaje.
VALERIA: ¿Tendré…?
ESPERANZA: Y no quiero volver a verte. Ya sabes, es lo mejor.
VALERIA: ¿Por qué?
ESPERANZA: Él no puede vivir sin mí.
VALERIA: Claro que puede.
ESPERANZA: No.
VALERIA: ¿Y yo qué?
ESPERANZA: Tienes a Matuta.
VALERIA: Pero Matuta no es rea…
ESPERANZA: En la ciudad vas a ser feliz, lejos de las balas.
VALERIA: ¡Pero ya no hay balas…!
ESPERANZA: Valeria, vete ahora que puedes, antes de que despierte.
VALERIA: ¿Vas a dejarme?
ESPERANZA: Es mi esposo.
VALERIA: ¡Es tu papá!
ESPERANZA: Valeria, basta.
VALERIA: ¡Matuta me contó todo! ¡Me dijo todo, ya lo sé!
ESPERANZA: Matuta miente.
VALERIA: ¡Matuta no miente! Matuta sólo observa y me mira. ¡Ni siquiera hizo nada más que mirarme! Me dijo que Tadeo es tu papá…
ESPERANZA: ¡No es cierto!
VALERIA: Y que yo soy tu hija.
ESPERANZA: ¡No!
VALERIA: ¿Por qué mataste a Sara?
ESPERANZA: Era una cucaracha.
VALERIA: ¡Era tu hija, como yo!
ESPERANZA: Duérmete.
VALERIA: ¡Era mi hermana!
ESPERANZA: Si te portas bien mañana voy a columpiarte, en el cedro.
VALERIA: No quiero ir al cedro, quiero conocer el mundo, aunque sea obscuro.
ESPERANZA: No sabes lo que dices, eres una…
VALERIA: ¡Ya no soy una niña!
ESPERANZA: Tienes nueve años.
VALERIA: ¡Tengo dieciséis!
ESPERANZA: ¡No!
VALERIA: ¿Por qué no dejas de decir cosas que no son ciertas? Me dijiste que íbamos a salir a jugar y me engañaste. Me dijiste que Sara se había ido para siempre pero era mentira. Matuta vio cuando él se acercó a Sara. Cuando sus manos la atravesaron y la partieron en pedacitos. Luego Sara ya no podía contar las estrellas. Lloraba, lloraba. Tú la mirabas con lástima, como mira una a un perro agónico. Ni siquiera supe si murió de tristeza o de desesperación. Matuta vino porque quería recordarme que Sara estuvo triste y que tú no hiciste nada. Nos quedamos aquí porque dijiste que allá afuera era obscuro y que ya no hay búhos. Pero aquí adentro yo misma me siento obscuridad. Esperanza, ¡vámonos!
ESPERANZA: ¡No!
VALERIA: ¿Y si un día él decide partirme en pedacitos a mí? ¿Qué es lo que vas a hacer?
ESPERANZA: ¡No puedo hacer nada! (Arruga la hoja y la tira al piso)
VALERIA: (Hace ruido) ¡Pues yo ya no quiero hacer nada!
Tadeo despierta abruptamente. Valeria y Esperanza se congelan, se alejan. Tadeo se levanta con dificultad. Camina tambaleante a la taza que está en la máquina de coser. Observa los pedazos rotos. Mira su camisa manchada. Tadeo se acerca a Esperanza, la toma de la cintura y le besa el cuello, con violencia.
ESPERANZA: Valeria, vete a dormir.
VALERIA: No tengo sueño…
Tadeo levanta poco a poco la falda de Esperanza. La coloca de espaldas a él y comienza a tocarla bruscamente. Valeria se esconde atrás de la máquina.
VALERIA: (Cuenta estrellas) Una, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez…
Tadeo lastima a Esperanza, sigue tocándola y comienza a desnudarla. Mientras Valeria cuenta, toma de la máquina unas tijeras de costura. Ella se acerca lentamente, tijeras en mano, a Tadeo, que al percatarse sólo ríe burlón y mira a la niña. Le quita las tijeras. Camina de vuelta hacia Esperanza, Valeria deja de contar y corre a tomar el papel arrugado. Tadeo la escucha, avienta a Esperanza al sofá y persigue a Valeria, que se escabulle y se esconde en la ventana. Tadeo recoge el papel, lo mira con atención. Tadeo, de pronto, comienza a llorar como un niño y a balbucear palabras inaudibles. Valeria, que toma la mano de Matuta, sale de su escondite y se acerca a Tadeo, pone su mano sobre el lomo de él, que abruptamente se levanta y la toma del cuello. Aprieta hasta que deja de respirar… Tadeo se percata de lo que hizo. Llora.
TADEO: Voy por más café. (Sale)
Esperanza se levanta con dificultad. Observa a Valeria, intenta despertarla. Valeria está muerta. Esperanza toma el frasco de somníferos, la hoja de papel y las tijeras. Coloca todo en su lugar. Agarra la camisa manchada de Tadeo, la huele, la abraza y la besa. Tapa a Valeria con la camisa.
ESPERANZA: Matuta déjala en paz. Sólo está durmiendo. Ya era hora de dormir…
ESPERANZA mira por la ventana. Arma una grulla con el papel. Lanza la grulla por la ventana. La lluvia la bota. Obscuro.
ESPERANZA: Llueve.
Dalia Rodríguez de Leo. Egresada de la Carrera Técnica en Teatro por la Escuela Concepción Quirós Pérez (2013-2015) y de la Licenciatura en Teatro de la UV (2015-2020). Actriz de puestas en escena como “Nuestra Señora de las Nubes” (2016), dirigida por Ricardo García; “Niños Perro” (2016), Benjamín Castro; “Fantoche” (2018), Edén Coronado; y “El Pájaro Azul” (2019), Karina Eguía. Es autora y directora de “Los Escondidos” (2014); “Mi Chupirul” (2015); y "El Cedro Gris" (2016). Ganadora del tercer premio a Mejor Puesta en Escena del XXV Festival de Teatro Universitario. Con el Colectivo Teatral Los Escondidos dirige “Limbo”, de Santiago Sanguinetti (2015); “Los Camaleones”, de Oscar Liera (2016); “Miércoles de Ceniza”, de Luis G. Basurto (2017); “Muerte Súbita”, de Sabina Berman y “Uz, el Pueblo”, de Gabriel Calderón (2018). En 2020, es seleccionada por el programa PECDA Veracruz XXIII, Grupos Artísticos Independientes, con “Adelaida” (2020-2021). Para 2021, debuta como tallerista en el Programa Contigo en la Distancia: Cultura desde Casa.
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