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Rui Señor

  • Daniel Valdez
  • hace 14 horas
  • 3 Min. de lectura


 

Daniel Valdez

 

Escena

 

En la sala de una casa. Está Consuelo leyendo una revista de chismes, en sus audífonos suena “El Ruiseñor” de Rafa Galindo. El público también la escucha.

 

 

 

Berta (entra desconsolada, llorando; apenas si se le entiende): ¡Se murió, el señor Rui se murió! (Consuelo la ignora, se planta frente a su hermana y repite) ¡Se murió, el señor Rui, se murió!

Consuelo (se quita los audífonos y con ello la música se va): ¿Ora’ qué traes?

Berta (desesperada): ¡Te estoy diciendo que se murió! Colgó los tenis, tiró la toalla, chupó faros, se petateó (se persigna), se murió, el señor Rui se murió.

Consuelo (confundida): ¿El Ruiseñor? Pero si yo lo vi cantando ayer, muy vivo y todo.

Berta: No el ave, sino el hombre, el que lleva Rui de nombre. El del chalequito de estambre (imitando al señor con aires de ave), pantaloncitos caqui y corbatita blanca. 

Consuelo: Por eso… el enjaulado. El ermitaño ese… ¿el de la pata rota? (Camina imitándolo)

Berta: ¡El del departamento de a lado, el del bastón! El que anda en síncopa y tomaba el sol a las seis.

Consuelo: A ver, pero es que no entiendo. ¿Traía bastón? No me acuerdo… ¿Volaba chueco? Si se desconchabó la pata, no el ala, que yo me acuerde. Planeaba a destiempo, pero no es para tanto.

Berta (corrigiendo): Andaba chueco (pausa), pero no volaba, nomás andaba en las nubes.

Consuelo: Ay, como sea. Total, ¿y el nido? ¿todavía se lo voy a barrer?

Berta: ¿Su lecho?

Consuelo: Donde dormía, pues.

Berta: ¿Su cama?

Consuelo: No sé, donde ponía los huevos.

Berta (sacada de onda): Ay, no sé… pero pues yo digo que ya es lugar de otro.

Consuelo: ¡Dios mío! (preocupada) ¿Y los polluelos?

Berta: Peleándose la casa, gritando y gritando. Perdiendo el tiempo.

Consuelo: Rarísimo, las aves son bien quisquillosas con eso.

Berta (nostálgica): Ni que lo digas… Sin falta cantaba en la tarde, en su balconcito, ¿te acuerdas?

Consuelo (cantando, se sube al sillón): “Ruiseñor, ruiseñor de mi amor. Que vienes cada mañana hasta el pie de la ventana a alegrar mi corazón…”.

Berta: Hasta que la Lluvia se le encimaba.

Consuelo (esquivando un gato imaginario): Hasta que el gato lo perseguía.

Berta (con nostalgia): Y ahí lo veías gritando: “Hazte pa’ allá”.

Consuelo: ¿Le entendías?

Berta: Más o menos, entre balbuceos, un poco. Hacía el intento.

Consuelo: Eso que ni qué, pero bien que se daba a entender con sus ojitos.

Berta (suspira): Ay, ya ni me digas… (conmovida) Mañana es el entierro.

Consuelo: Lo bueno que ocupa caja chica.

Berta: Ya estaba bien flaco, ¿verdad?

Consuelo: Más hueso que plumas.

Berta: Lo voy a extrañar mucho. (Sale, conteniendo el llanto)

 

Consuelo no entiende el alboroto, vuelve a lo suyo y, con ello, la música.

 

Fin


 

 

 

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Daniel Valdez es pianista clásico, actor, escritor y dramaturgo. Egresado del Conservatorio de Música del Estado de México (COMEM) y alumno de la carrera de Literatura Dramática y Teatro (UNAM). Autor publicado por Universo de Letras UNAM. En la música, destaca por su participación en los conciertos en homenaje a Manuel M. Ponce (2018), bajo la cátedra del maestro Luis Iván Jiménez Olivera. Con respecto al teatro, estrenó su obra La Manzana (2018) y actuó en Bajo Tierra (2023), de David Olguín; Las Brujas de Salem (2023), de Arthur Miller; Telémaco (2024), de Jon Fosse, con la dirección de Rodrigo Murray; Los Invasores (2024), de Egon Wolff, como adaptador, musicalizador y actor. Actualmente trabaja en el montaje de Tenebrae (2025), obra de su autoría.

 

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