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Vivir lo contemporáneo: la librería que no sabíamos que necesitábamos en Xalapa

Tania Rivera



Siempre tengo la sensación de que cada momento que vivimos es histórico,

de ahí la importancia de estar en el presente, ir a recitales,

encontrarse con amigos, leer a los escritores que viven, ir al teatro, ver las películas

que se estrenan, escuchar los discos, hablar con las personas […], estar.

Vivir lo contemporáneo, sin nostalgia, es lo mejor incluso para cuando

alguien nos pregunte si tenemos algo que contar.

Rosario Blefari


Jueves por la tarde. Llueve en Xalapa con ese chipichipi fresco y amable que cada vez es menos común sentirlo a pesar de ser invierno. La gente cerca de Los Lagos camina sin aparente prisa por buscar un refugio, es el viento frío que nos obliga a continuar a paso constante y el que me acompaña hasta una casa con techo de tejas en la calle Miguel Palacios. Las paredes, otrora blancas, están decoradas con un mural de color blanco, rosa y amarillo con pájaros, plantas y una cometa, donde puede leerse “El Entusiasmo”. Abro la reja y entro a una librería que procuro no visitar por la pena que embarga siempre a mis bolsillos de periodista pobre al no poder llevarme todos los libros que desearía. Me recibe una mujer joven de cabello corto con una pañoleta verde en el cuello y aunque no me disgusta el ambiente del exterior, prefiero quedarme a dentro.

Pérgola de humo, en su aniversario, no pudo encontrar mejor espacio para visitar y platicar que El Entusiasmo, librería independiente especializada en literatura contemporánea latinoamericana y caribeña, pues desde su inauguración en 2022 ha sido un suceso en la ciudad por su propuesta novedosa y por crear un sitio vivaz de encuentro entre lectores y escritores que, aunque se hallan en diferentes partes del mundo, comparten un aquí y ahora común. De esta manera, conversamos con los amigues Agustina Villella, Samuel Albores e Indra Cano sobre este diálogo que han propiciado y concluimos que, si en palabras de Italo Calvino, “un clásico es un libro que nunca termina de decir lo que tiene que decir”, un contemporáneo ¿cuánto puede decirnos si apenas está empezando a hablar?


Desde que inició El Entusiasmo han desarrollado una importante labor de gestión cultural: hacen presentaciones de libros, talleres, charlas. ¿Cómo llegan a la conclusión de que una librería es un espacio más amplio que un mero lugar de venta de libros?

SA. Creo que esta idea de la librería como un lugar donde ocurren cosas y donde se va más allá de la compra y venta del libro nos viene a Agus y a mí después de pensar mucho en la librería como lugar de encuentro, un lugar donde alrededor de los libros se forma comunidad, y las personas, no sólo del barrio sino de la ciudad, pueden sentirla como un espacio seguro en el que ocurren cosas de interés general, no sólo relacionadas a la lectura, a la música, sino también realizado a las artes, pero la idea es que siempre haya algo ocurriendo, que siempre se pueda llegar aunque no vayas precisamente a comprar un libro. Con eso en mente, consideramos que la librería está viva gracias a las personas que llegan.

AV. Sí, yo quisiera sumar que también el proyecto de una tienda y sólo una tienda, no nos interesa. Como que hacemos todo lo demás porque tener una tienda no nos satisface.

SA. Entendemos que la librería como tal es una tienda, en el sentido de que se compran y se venden cosas, pero nuestra manera de escapar de esa lógica y llevar las cosas más allá es justamente creando un montón de eventos y actividades que nos interesan, nos estimulan y sentimos que interpelan a la comunidad y a los lectores amigues de El Entusiasmo… Porque si no es un espacio para todes, da lo mismo vender tornillos que vender libros, si es solamente un espacio de intercambio de dinero por un bien.

AV. Y también porque lo más lindo de leer es compartir la lectura, y si no abogamos por esa conversación no tiene gracia ni que nos llamemos El Entusiasmo ni hacer nada de lo que estamos haciendo. Porque al final somos bastante optimistas. Con esto de la librería colectiva estamos muy abiertamente a escuchar.

SA. De hecho pensamos en que la librería se llamara “La conversación”…

AV. ¡Pero sonaba feo!

SA. …porque es nuestra actividad favorita del mundo mundial: el chismecito, y por ello la librería tiene que ser colectiva.



Foto: Indra Cano


Italo Calvino dedicó un libro a responder la pregunta ¿por qué leer a los clásicos? Revirando un poco la pregunta y considerando el tipo de libros que encontramos en El Entusiasmo, ¿por qué creen ustedes que debemos leer libros contemporáneos?

AV. Siempre que nos llega esta pregunta, recordamos la gran frase de una cantante argentina que se llama Rosario Blefari, que impulsaba mucho la idea de que hay que leer a las personas que están en nuestro tiempo presente porque con ellos es la discusión. Qué bien leer a los clásicos, pero ellos ya son parte del canon, ellos ya tienen toda la difusión, en cambio leer a las amigas, a los amigos, genera otra riqueza y nutre mucho más la experiencia del presente. Entonces, como nosotros creemos que detrás del libro está la conversación, o paralelo, y creemos que hacer un foco en lo contemporáneo tiene mucha potencia, se suele desestimar, se mira con prejuicio porque la sombra del canon es siempre demasiado fuerte. Y sabiendo que además el canon representa leyes de opresión tremendas como la misoginia, el patriarcado, el racismo, etc., entonces ¿cómo evadir estas leyes que el mercado nos ha dicho que hay que leer? Diversificando.

SA. Y abundando en esto que dice Agus, lo contemporáneo se mira muchas veces con prejuicio, con temor o con desprecio, porque también es un poco más difícil (no que sea imposible) pararse ante un libro, ante una obra, una obra de teatro, un disco, que no está sostenido por múltiples análisis como el canon y poder decir “sí, esto es bueno, eso sí vale la pena”. Esa labor de ir construyendo nosotres nuestro propio canon es también muy estimulante, y creo que desde ahí viene el gusto y el objetivo de que en la librería se lea lo contemporáneo. Ahondando en esto que dice Agus sobre la frase de Blefari, recuerdo mucho una frase del poeta y editor Mariano Blatt, que decía: yo escucho música contemporánea porque habla de los problemas y de los dispositivos y temas que a mí me interpelan actualmente. O sea, yo tengo un problema, escucho música y ese problema está ahí y eso se puede extender a cualquier expresión artística.

IC. Para mí esta onda de que vivimos en un momento en crisis, siento que de alguna manera la escritura o la literatura siempre es vista como este dispositivo que te ayuda a ordenar esa crisis. Entonces de esta manera es una forma de dialogar con todo lo que está sucediendo ahora, pero no se me puede ir la parte académica. Creo que es muy interesante ver qué está haciendo la literatura hoy en día, porque cuando te meten imágenes, te están proponiendo otras formas de leer a las que estábamos acostumbrados, abre nuevas posibilidades y también siento que nunca terminamos de ser tan contemporáneos.

SA. [Risas] ¡Claro nunca terminamos de ser tan contemporáneos o cosmopolitas!


Pero aquí habría otra pregunta: ¿qué es lo contemporáneo?, ¿cuáles son las directrices de su curaduría?

AV. Hay una fuerte intención de darle un espacio a las librerías independientes nacionales, latinoamericanas y algunas españolas que desafían el acercamiento al libro y que proponen otra forma de leer, como decía Indra, desde el color de la tinta hasta el color del papel...

SA. …Y que desafíen también la lógica del mercado que proponen los conglomerados editoriales.

AV. Claro, eso también, pero no estamos peleados con Océano, Planeta, Random House, porque hay también escritoras que nos interesan están ahí. Entonces, ¿cómo formar este equilibrio y que todo pueda convivir? La respuesta más romántica es: vendemos lo que nos gusta leer y aditivos.

SA. Vendemos lo que les gusta leer a los escritores que nos gusta leer.

AV. [Risas] ¡Por supuesto! Es como una red de confianza, un rizoma… Por ejemplo, hoy llegó una lectora diciendo “Quiero tal libro de Mónica Ojeda”, justo el que no teníamos: Las voladoras; le dije ¿y leíste los demás?, “No, no lo leí, pero Mariana Enríquez lo recomienda. Ah bueno, pero pará, que Mariana Enríquez recomienda a Samanta Schweblin, María Fernanda Ampuero, todas las que escriben terror contemporáneas; ella estaba aferrada a que quería a Mónica Ojeda y se llevó Nefando. Pero el punto es que la curaduría son los gustos de Samuel, Indra y Agus más recomendaciones, y yo creo que eso sustenta mucho la curaduría porque es muy fina e inapropiable, o sea, no hay una respuesta muy cerrada para decir este libro sí o este libro no, pero de los largos catálogos de los conglomerados es muy fácil definir, porque el 80 por ciento son señores del siglo XVIII.


¿Y cómo ha sido esta experiencia para los lectores? Quizá ha pasado que vean una librería, entren buscando un clásico y tal vez no lo encuentren.

AV. [Risas] Pues hay muchos caminos y han pasado cosas muy divertidas. El peor escenario es que lleguen y digan “vengo buscando Frankestein, sólo vengo por eso, no quiero que me digas ninguna otra recomendación”. Bueno, frente a eso yo doy las direcciones de otras librerías que tienen los clásicos y ya está. Pero, el mejor caso es digan “vine por y me llevé…”. Por ejemplo, hace unos días llegó alguien que quería a un señoro del siglo pasado y le dimos otros pero argentino y más contemporáneo. Creo que ahí está un poco la gracia de nuestro trabajo: que el lector o lectora quiera flexibilizarse y yo vea cómo te puedo encontrar algo que se ajuste a los lineamientos que venís buscando.

SA. Y también esas anécdotas de “venía buscando a Fulano y me llevé a Perengano” me dan la impresión que tampoco ocurren tanto, porque los lectores y lectoras de Xalapa cacharon muy rápido la idea de lo contemporáneo y qué tipo de libros hay en El Entusiasmo; entonces quien llega no es que buscando El Quijote, Frankestein o Madame Bovary, porque saben que no lo van a encontrar.

AV. Ese es como un lector despistado, que vio luz y libros y entró y está bien [risas], que sí nos pasa. Nos han preguntado que si vendemos libros usados (porque Xalapa) o si es una biblioteca… pero también es parte de la propuesta osada de El Entusiasmo. Es un poco el huevo y la gallina ¿el público se crea o el lector ya estaba? Es un vaivén, y creo que en Xalapa había una sed de una propuesta diferente, que tal vez no sabían que la necesitaban, que es lo mejor.


Continuando con el tema de lo contemporáneo y considerando que conocen mejor que nadie el panorama actual, ¿cuál creen que será el futuro de la literatura?, ¿qué les interesa a los escritores ahora?

IC. De entrada creo que está muy presente romper las formas de narrar, sobre todo, por ejemplo, en casos como el de Gabriela Cabezón Cámara, que es imposible encasillarla y menos compararla, ni con sus contemporáneos ni con antecedentes. Entonces por ahí va la apuesta: crear nuevos estilos de escritura, que suena muy común decir eso, porque todo el tiempo se están creando nuevos estilos de escritura.

AV. Aunque muy poca gente lo logra.

IC. Ya me puse un poco como don Ulises Carrión en El arte nuevo de hacer libros: para los antiguos libros aprenderse el abecedario bastaba, pero ahora cada libro va necesitar su propio abecedario.

AV. ¡También pensamos ese nombre una vez para la librería!: El arte nuevo de hacer libros, pero era muy largo y se iba a formar una sigla horrible.

SA. Pienso así como dice Indra, que se está buscando la forma de narrar. Siento que también la literatura contemporánea está desacralizando el texto escritor, porque antes la RAE era para escribir de esta manera, siempre como debe ser, y ahora hay muchas escritoras que están haciendo un esfuerzo gigante por llevar la oralidad a la literatura.

AV. Y la hipertextualidad a tope.

IC. Pensaba por ejemplo en Sara Gallardo, que intentó irse a lo oral pero permaneció en una lengua estándar, pero si lo comparas con Panza de burro de Andrea Abreu que ni una entiende de qué está leyendo.


¿Y respecto al libro?

AV. Y todos estos cambios demuestran que la escritura y la lectura están muy vivas. Que el futuro del libro muy positivo.

SA. Tiene todas las papeletas para ganar. Somos muy optimistas.

AV. Somos optimistas y decimos que el ebook todavía no llegó a desestabilizar nada, sobre todo en estos territorios de Latinoamérica.

SA. Y bueno, eso es algo ya muy estudiado, pero de todos los formatos de consumo cultural, es decir, los discos, los DVD, el libro es el único que sobrevive, y más allá de ello, es el único que sigue generando extrema emoción en las personas jóvenes, quiero decir, chiques de secundaria, de preparatoria, que se siguen emocionando por tener un libro en las manos, cosa que ya no pasa con un DVD, con el LP tuvo que pasar un resurgimiento. El libro no ha tenido que resurgir nunca, sigue siendo y eso es increíble.


Estamos empezando el año, ¿qué propósitos tienen para El Entusiasmo ahora?

AV. Primero, que crezca fuerte y sano como siempre y quizá el gran proyecto de El Entusiasmo que lleguen nuevas editoriales. Queremos montar una cafetería en este espacio y que pueda convivir la idea de tomar un rico café con tiempo y con calma mirando un buen libro.

SA. ¡Si! Que haya cada vez más libros, que los libros se desborden. Las personas que van a El Entusiasmo lo ven grande, pero las personas que trabajamos aquí sabemos que todavía puede ser más grande, en el sentido de más libros.

IC. También quisiéramos dar vida a ciertas zonas como la de Literatura Infantil y Juvenil, porque a mí me pesa mucho que las personas vean que ahí está l LIJ y se van, pero ese es un gran reto, cómo generar lectores o al menos motivar a que suban y vean.


Por último, ¿pueden recomendar a nuestros lectores el último buen libro que leyeron?

SA. El último buen libro que leí fue Romance de la negra rubia, de Gabriela Cabezón Cámara, una escritora argentina que me gusta mucho, y estoy leyendo Fiebre de carnaval de Yuliana Ortiz Ruano.

AV. A mí me gustó mucho Todo lo que crece: naturaleza y escritura de Clara Obligado, editado por Páginas de espuma; es ensayo literario.

IC. La mía sería Piñen de Daniela Catrileo, escritora mapuche, un gran descubrimiento.


Enero 2023





Agustina Villella (Argentina, 1991). Fanática de las ediciones independientes y artesanales que desafían al formato clásico del libro. Encuadernadora y restauradora de libros antiguos. Co-fundadora de la editorial Vil Ediciones. Lectora voraz. Correctora y editora en Sabotaje media. Trabajé por cuatro años en La Cosecha Librería, proyecto cooperativo ubicado en San Cristóbal de las Casas, Chiapas. Todo lo que tiene que ver con el papel me entusiasma, y esta librería es una oda a esta pasión.


Samuel Albores (México, 1986). En mi vida he tenido tres obsesiones: de adolescente las computadoras, de joven el poker y actualmente, desde hace siete años, las librerías. Eso sí, desde siempre me han entusiasmado los libros y las dos actividades más cercanas a ellos: leer y escribir. En el año 2015, en Comitán, Chiapas, fundé LaLiLu, un proyecto cuyo eje principal es una librería, aunque también ocurren encuentros y actividades culturales diversas. En 2022 me asocié con Agustina y creamos El Entusiasmo Libros, ubicada en Xalapa, Veracruz.


Indra Cano es estudiante de la Facultad de Letras Españolas de la Universidad Veracruzana. Fue becaria en el 14° Curso de Creación Literaria para Jóvenes de la Fundación para las Letras Mexicanas, así como ganadora del Premio Nacional al Estudiante Universitario en la categoría de ensayo este 2022. Recibió mención honorífica del Premio de Crítica Literaria Elvira López Aparicio en 2021. Sus colaboraciones se han publicado en Pensar lo doméstico, La Palabra y el Hombre, El Pez y la Flecha, Cinética Revista Cultural, Pérgola de humo y Seminario Amparán. Como fotógrafa, desde 2018 se ha dedicado a documentar e integrar un archivo visual de las marchas feministas en Xalapa.

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