América Natividad Blásquez Vázquez
Luz decadente
Soy más bien polilla en la cama pelos enredados
pelusa gris
cortina de tela de araña
polvo blanco, antes, agua.
El punto que se esconde
en el centro de la habitación
o una hormiga que se suicida
al filo de la sábana.
O soy esta extensión de mí
esta piel que crece a todos lados
e invade el espacio
pasa por las grietas y se corta en pedacitos.
Soy este órgano de sal
el encierro del cuerpo en el cuerpo
estos brazos y piernas que se hacen infinitas
pero no tocan nada.
Sonido verde y azul que sale de mis poros
y palpita.
Mi decadencia, soy mi decadencia.
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Ilustración: Luis Migranas
Los días circulares
Pero de esta catedral sin luz
salen moscas de flor podrida
y me baño con el agua verduzca
de los rezos dominicales.
Me bautizo, soy pecadora
y cambio mi nombre
porque esta manera de llamarme no es mía
sino de la que se fue con el alma de mi madre.
Polvo seremos
SOY
porque me desmorono a cada instante
a cada flechazo de indiferencia.
Me vuelvo aire en estas cuatro paredes
me impregno en las sábanas
y ya no camino con los pasos toscos de mi herencia,
ya no me trenzo el miedo de generaciones,
ya no paso mi mano por el pecho
para sentir si sigo viva.
No quiero ser siempre el mismo instante
de beso y despedida,
de despertar y el desayuno,
de la noche y la cama
la noche y la cama.
Ser yo la que se repite
y no el día,
siempre el mismo día.
Ni volver la cabeza al crucifijo
y llorar por lo que no hice,
por lo que no pienso.
Tampoco hacer reverencia,
ni sonreírle a figuras de cera
para que me salven del martirio de despertar sobre la derecha
y pensarme la vida
y pensarme el hambre.
Y entonces ya no llamar catedral
a esta patria mía que se desnuda.
Y saberme libre,
atravesada por la luz que negué,
llamarme agua verduzca,
agua noble, agua de flores de fe.
Levantar el ojo al interior
y saludarme en el sueño.
Sonreírme despojada de cadenas.
Sonreírle a mi patria,
a mi patria desnuda.
Raíces de agua
En la hora de las almas arrepentidas
y de los cuerpos impúdicos,
le dibujo una sonrisa a la luna
con los restos del vaho en mi ventana,
desato cada hilo de mi celda y los tejo al lecho,
me vuelvo mar entre la espuma de las sábanas
y me convierto en el afán
de ser la noche con sus estrellas,
de ser el último suspiro arrinconado en la garganta después del grito,
de ser rímel asfixiado entre el abrazo de las pestañas.
Bailar como se mueve la tela fina,
-casi invisible-
en la boca del viento
y llegar arriba, muy arriba.
Hacerme ciega y a tientas encontrarme:
el cabello revuelto, el pecho electrizado
y mi monte vibrante entre raíces de agua.
Ya no hay tacto que aguante esta tempestad
de abriles acobardados.
América Natividad Blásquez Vázquez. Licenciada en Lengua y Literatura Hispánicas. Ha colaborado en las revistas literarias Tintero Blanco y Monolito con textos de su autoría. En 2019 obtuvo el tercer lugar del Premio Nacional al Estudiante Universitario en la categoría poesía “José Emilio Pacheco” por su obra Lord Ganesh.
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