Eloísa del Mar Arenas Torresdey
Mi ciudad, lacerada, despojada, abandonada, enrabiada, partida, dividida, suturada, azorada, contaminada, enloquecida, insomne, ahuecada, destripada, alienada, aplastada, desmembrada, desorbitada, ininteligible, cruda, cruda, ruda, mi ciudad.
Aquí las paredes hablan. Las que ya no están y las que quedan.
Ciudad Juárez. A lo lejos suena el tren.
Éste es un grito. Hay una cruz de clavos que gritan.
Éste es un abrazo de palabras que se enredan, quiero decir que no son mis palabras, son los ojos de cada una de las mujeres que me sostienen, no me sostienen a mí, soy mujer igual que ellas, quiero decir que nos sostenemos entre todas, ¿sabes por qué?
M i s o g i n i a
Es el odio más corrosivo, el desprecio más terrible, la expresión más alta, el mensaje más hiriente y perturbador.
Los golpes te desacuerpan, te despersonalizan, ya no te perteneces, corres el riesgo de que cualquiera pueda hacerte daño.
He visto cómo movían de su sitio la cuerpesita de una bebé. Machos desconocidos se burlaban de ella toda inocente luz pura radiante. Les he gritado: ¡pedófilos de mierda! He señalado a los acosadores. He gritado: ¡Esa niña merece respeto! El padre preguntó, ¿cuál niña? He respondido gritando:
T u h i j a, p e n d e j o.
Caminamos a todas horas y andamos a( r )madas.
Aquí hay casas clausuradas. Puertas y ventanas tapiadas.
Las paredes hablan porque las perras bravas las hacen hablar con sus cruces rosas, con sus cruces de clavos, con sus cruces, con sus pintas vivas nos queremos, furia femenina, perro asco tu acoso, perro asco tu mirada lasciva, perro asco tu machismo ojete, tu odio a las mujeres por el hecho de ser mujeres.
Esta mujer lesbiana juarense fronteriza treintañera que escribe ya no convive con onvrez, mis espacios son casi, casi, netamente exclusivos de mujeres, ¿sí sabes por qué, verdad? Sí topas. Entre nosotras nos lamemos las heridas porque todas estamos rotas desde chiquitas y, mira, bien rotas, pero bien perritas bravas, bien cactus sobrevivientes, bien llenitas de agua reservada que se hincha y brota.
Nosotras existimos porque resistimos.
Ven, te invito a bailar esta noche, vamos al no-a no-a, buscamos a nuestras hijas desaparecidas. Nos vamos juntas y juntas volvemos. Abrimos a la verga a los viejos asquerosos, nos cuidamos unas a las otras, cerramos nuestro círculo de perreo.
Las madres de Juárez nos marcan el camino contra el feminicidio y este gobierno asesino.
Mi sueño más grande no te lo voy a contar, pero te voy a decir que estoy trabajando arduamente para cumplirlo, te lo juro por mi mama, por mis abuelas, por mis bisabuelas y tatarabuelas.
Eso significa que también llevo una lucha interna porque he sido nacida y criada en un sistema patriarcal. Me cago en el padre y sus mandatos. En sus bromas hirientes, en sus juegos perversos. Mi munda está al revés.
Mi postura es radical porque amo a las mujeres y con ellas me encuentro, me desencuentro y me vuelvo a encontrar.
Ciudad Juárez, mi ciudad tóxica, cancerígena. Si no vienes a esta frontera no sabrás de las manos que la trabajan, manos de mujeres altamente calificadas son las que te dan de comer, todo lo tienes por ellas. Ni siquiera ha amanecido.
Desierto de Samalayuca. Voces raíces.
No somos mercancía. Esta cuerpa territoria no se vende.
Último retazo:
Búscame hasta encontrarme.
Último retazo:
Hay una lucha ecofeminista en el lugar más contaminado.
Advertencia:
No te quieres enterar y apartas la mirada. * Se hace pendejø *
Eloísa del Mar Arenas Torresdey (Ciudad Juárez, 28 de mayo de 1988) es maestra en literatura mexicana por la Universidad Veracruzana. Poeta y activista lesbiana, feminista, autónoma. Integrante de la colectiva Hijas de su Maquilera Madre, comunera de la okupa Xolombia: Espacio Cultural Fronterizo. Ladrona de espirales.
Foto de Gabriel Benois en Unsplash
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