Entrevista con Silvia Susana Jácome García
Alejandra Zuccolotto Rodríguez
2022-04-17. Del 100% de los papás y mamás que apoyan a sus hijos e hijas trans, 84% son mamás y 16% son papás.
Xalapa, Ver. En medio de la lucha diaria por el reconocimiento de las diversidades de identidad y orientación sexual, resulta necesario abrir espacios de diálogo que permitan el abordaje crítico de dichas temáticas, para abonar a un mejor entendimiento y evitar la creciente desinformación que se gesta alrededor. Es por ello que, en conmemoración del Día Internacional del Orgullo lgbtttqi+, quiero recordar la entrevista que tuve el 15 de mayo del 2021 con Silvia Susana Jácome García, maestra en Educación Sexual por el Centro Integral en Sexualidad y Educación Sexual (CISES) de Xalapa, Veracruz, activista trans y autora del cuento Citlali tiene tres abuelas, publicado en 2017 por el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, en el cual se aborda la temática trans. Con el fin de conversar acerca de un tema que en los últimos años ha generado un sinfín de discusiones: las infancias trans, así como de su trabajo de acompañante terapéutico.
Silvia Susana comenta que para entender qué son las infancias trans es preciso definir lo que se entiende por condición trans, por lo que se deben tener claros dos conceptos importantes: sexo y género, sobre los cuales menciona que: “desgraciadamente en nuestra sociedad y desde hace muchísimo tiempo se han considerado casi sinónimos, pero cuando hablamos de sexo hombre/mujer en realidad estamos hablando de género”. El sexo, señala, “es completamente biológico, tiene que ver con mi cuerpo, los genitales, los cromosomas y hormonas que produce mi cuerpo, por otra parte, el género obedece a una construcción sociocultural”, o sea, cómo las diferentes sociedades en distintas culturas a lo largo de los años y en diversos lugares del mundo van construyendo la idea que tienen de ser hombre y mujer. “Obviamente, estas construcciones sociales, al ser culturales, terminan siendo arbitrarias”, agrega. En este sentido, la activista apunta que sexo y género suelen concebirse como dos cosas que no pueden desligarse, aunque en el mundo real no es así:
La realidad nos ha demostrado que no necesariamente hay una correspondencia entre sexo y género: el esquema tradicional de las identidades sexuales nos dice que, si eres macho, si naciste con pene, con cromosomas xy, vas a producir testosterona y tienes que ser hombre; en cambio, si naciste con vulva, cromosomas xx, vas a producir estrógenos, vas a ser mujer, pero no es así. La experiencia ha demostrado que hay hombres que nacen con vulva y hay mujeres que nacen con pene”.
Y es así como la autora describe la condición trans: “Cuando un individuo tiene un sexo y un género que no se corresponden de acuerdo con este esquema convencional, entonces estamos hablando de una persona transgénero o transexual”. En este punto la entrevistada hace una precisión, ya que muchas veces se tiende a confundir la orientación sexual con la identidad de género, siendo que la primera se refiere a de quién me enamoro o quién me erotiza, y por otra parte, la identidad de género señala, “es más bien con el quién soy, cómo me asumo, cuál es el género que me corresponde, con el que me identifico”.
Con este preámbulo, es posible hablar de infancias trans, con relación a este tema Silvia Susana menciona que:
“A diferencia de la orientación sexual que se descubre, y aquí estoy hablando de personas heterosexuales y homosexuales, por lo regular en la pubertad, hay quienes desde la infancia dicen ‘no, pues, yo de niña yo me enamoraba de mi maestro de educación física o de mi maestra de literatura’, pero la identidad de género se descubre a muy temprana edad, entre los dos y los tres años de edad, y lo mismo para personas trans como para personas que no son trans. Dicho sea de paso, de un tiempo para acá, las personas que nacen con pene y se identifican como hombres son hombres cis o cisgénero, y mujeres que nacen con vulva y se identifican como mujeres son mujeres cisgénero; entonces, tanto las personas cis como las personas trans identificamos nuestra identidad de género entre los dos y los tres años. Por supuesto que las personas cisgénero no se dan ni cuenta, en cambio para las personas trans resulta muy claro, porque les dicen ‘eres niño’ y en un momento dado nos reconocemos como niñas; entonces, bueno, ¿qué está pasando?, ¿por qué si soy niño me gusta juntarme con las niñas, me gusta jugar a la comidita, me gusta ponerme la ropa de mi mamá a escondidas?, o dicen que soy niña y resulta que no, yo prefiero jugar futbol o treparme a los árboles, traer el cabello corto, odio los vestidos. En las personas trans esa identidad de género sí produce un momento clave, porque rompe con lo que nos dijeron.”
Silvia resume, que las infancias trans son aquellas condiciones de los infantes que descubren su identidad de género distinta a la que les asignaron al nacer, y para redondear el tema añade: “De acuerdo con ciertos lineamientos de UNICEF, la infancia es prácticamente desde el nacimiento hasta los 12 años, cuando ya empieza la adolescencia. Entonces, estaríamos hablando de que las infancias trans son aquellas personas que tienen una identidad de género distinta a la asignada al nacer antes de cumplir los 12 años o que la descubren antes de esa edad.”
Por otra parte, la activista reconoce que, si bien los roles son una guía para identificar dicha condición, es inocente y superficial basarse en ellos, pues son algo arbitrario: “En sexología se habla de un concepto llamado variante de género, que se da sobre todo en la infancia y en la adolescencia, y que responde a conductas no esperadas de acuerdo con los roles establecidos. Un ejemplo muy claro es el de la película Billy Elliot, un niño que su papá quiere que sea boxeador y que cuando va al gimnasio ve a las niñas bailando ballet, dice: ‘Yo quiero bailar ballet’. En la película se descubre que no necesariamente que a un niño le guste el ballet o que a una niña le guste el futbol o incluso el box quiere decir que va a ser homosexual o trans, porque además está clarísimo que el niño le gusta bailar ballet en su condición varonil”.
Sin título, Sol con Viento
Para comprender mejor la condición trans, Silvia recurre a un caso cercano a su experiencia: “Es más allá de lo que nos guste, porque, efectivamente, hay niños con identidad de género masculina a quienes puede gustarle jugar con muñecas, pero cuando un niño juega con muñecas y no es trans, juega a ser el papá de esa muñeca. Cuando yo jugaba a la comidita con las niñas y tenía que ser el papá, era como diciendo: ‘Uhmm, bueno, pues ni modo, seré el papá, porque es la única manera en tengo para poder jugar con ellas’, aun cuando en el fondo yo quería ser la mamá. Y cuando jugaba a doña Blanca, yo quería ser doña Blanca, no el jicotillo. Yo jugaba futbol, porque además me gusta el futbol, pero me hubiera gustado jugar futbol femenil. Ese es el asunto: no es solamente la actividad, no es solamente la variante de género, sino cómo me ubico, y aquí te digo que es complejo porque me ha costado mucho trabajo encontrar palabras, ejemplos o metáforas con las que puedas expresar esa sensación”. La autora describe esa sensación como un no pertenecer al equipo asignado: “La sociedad está dividida, convenga o no al desarrollo humano como especie humana, en hombres y mujeres, y las actividades, incluso las reuniones sociales”.
Respecto a esto, recuerda el tiempo en que estuvo casada y vivió como hombre, cuando en la reunión era clara la división de grupos entre señoras y señores, y por su condición debía convivir con los señores a pesar de que ella quería estar en el otro grupo. Silvia no descarta ciertas situaciones en las que se trate justamente de una etapa o mera exploración del infante, por lo que señala continuamente a los padres: “Tampoco es importante que sepamos si a los cuatro o a los cinco años nuestro hijo o hija es trans, digo, a veces pasa que es una etapa o están explorando, pero algunos marcadores, algunas señales más claras que nos pueden dar una mayor idea es preguntarles: ¿cómo te gustaría llamarte? y ¿cómo te imaginas dentro de 15 o 20 años? Si la criatura asignada como niño nos dice que le gustaría llamarse Julieta y quisiera ser enfermera, como que ya hay muchos indicios de que va por ahí”. También pone como recurso la actividad del dibujo, donde se le pide al niño que se dibuje cómo se ve dentro de veinticinco años −o sea, una edad adulta− y se dibuja con falda y cabello largo o viceversa, que una niña se dibuje con vestimenta y apariencia masculina.
Silvia Susana reconoce que, si bien hay mucha información actualmente con relación a la identidad trans, ésta no se encuentra disponible o al alcance de los niños: “Conozco casos de niñas trans de cuatro años que le dicen directamente a su mamá: ‘Mamá, yo no quiero llamarme Juan, yo quiero llamarme Donatella’. Obviamente, esa niña de cuatro años no se va a meter a Google a ver los videos de niñas trans y decir: ‘Yo quiero ser como ella’, o a leer un artículo de Silvia Susana; o sea, por más información que haya, no está al alcance de esos niños y niñas, lo que más bien encuentran es una mayor apertura en papás y mamás que tienen una mayor información”. Siguiendo esta misma línea, Silvia comenta la importancia que tiene la escucha activa a los deseos e inquietudes de los niños: “Hay incluso testimonios de niñas trans y niños trans, sobre todo niñas, en donde le dicen a su mamá: ‘Oye mamá, si yo me muero, ¿cuándo vuelva a nacer ya voy a nacer como niña?’. O sea, fíjate lo fuerte de esa imagen y pensamiento, y hay que tener mucho cuidado, porque si la mamá le dice que sí para quitársela de encima, o para que no sufra, porque además genera mucho sufrimiento el que te obliguen a vivir en un género que no es el tuyo, pensemos lo que puede pasar: que llegue a tal la desesperación de la criatura, que se mate para volver a nacer y nacer ya como niña”.
Con relación a su experiencia de acompañamiento, menciona que: “El acompañamiento consiste en hablar con papá y mamá para tranquilizarles, para que sepan que no es una enfermedad, que no es una perversión sexual, que no es que lo violaron, sino que es una condición que, según apuntan algunas teorías, tiene que ver con cuestiones cerebrales, con un gen, una psique con la que nacemos algunas personas. Eso por lo regular les genera un poco más de tranquilidad, de serenidad”. También habla de un trabajo con relación a las expectativas generadas por los padres con sus futuros hijos, puesto que: “por lo regular todo el mundo, todas las personas que tenemos hijos o hijas, pues tenemos ciertas expectativas, a veces, desde el embarazo”, las cuales pueden resultar dañinas. Cuando dichas expectativas tienen que ver con relación a los roles de género, resulta muy fuerte sobre todo para los papás, quienes por lo regular están más sumergidos en una dinámica machista, de construcción de masculinidades fuertes y un desprecio por lo femenino, lo cual también tiene un efecto directo con relación al apoyo hacia los hijos. Silvia, menciona que: “hay estudios por parte de una asociación en México de infancias trans, y del 100% de los papás y mamás que apoyan a sus hijos e hijas trans, 84% son mamás y 16% son papás”.
Dichas cifras son importantes, ya que la no aceptación de los papás hacia los hijos o hijas trans genera una ruptura familiar y muchas veces el abandono del padre. Así, el acompañamiento trata justamente de ayudar a un proceso de duelo, ya que “finalmente, aunque la persona sigue siendo la misma, su nombre, su apariencia, su forma de expresarse van a cambiar, entonces, para unos papás y mamás es difícil reconocer en esa nueva expresión a la persona que fue su hijo o hija. El objetivo es acompañar ese duelo y que se vayan encariñando con su nueva hija o nuevo hijo.” Por otra parte, en el caso de los niños, la entrevistada señala que el acompañamiento va más dirigido a una escucha de sus dudas e inquietudes, y hasta cierto punto, en una preparación para enfrentar una sociedad que aún sigue sumergida en una visión imperada por el machismo y que resulta violenta contra lo que es diferente.
Acerca de los derechos para las infancias trans, Silvia comenta que para el caso de personas trans adultas se cuenta con los derechos establecidos en la Constitución referentes a la no discriminación; asimismo, habla de un protocolo implementado por el INE, donde se reconoce la identidad trans y garantiza su derecho al voto. Sin embargo, afirma que no existen protocolos a nivel escolar: “No hay en ningún estado, queda a criterio del director o directora el que el niño o niña sea tratado con el género que se expresa.” Y agrega que, si el director no accede, es probable que el niño o niña trans, al no presentarse de acuerdo con el género asignado, se le niegue el acceso a la institución y por lo tanto a la educación, violando dos derechos básicos: el derecho a la educación y a una identidad. A manera de contraste, la activista comenta que existen países como España y Chile en los que sí hay protocolos, en donde al niño se le permite expresarse dentro de la escuela mediante el género con el que se identifica y se le llama con el nombre elegido al momento del pase de lista, aunque el papel oficial, el certificado, lleve el nombre asignado al nacer.
Por último, al abordar las dificultades que se presentan como acompañante, Silvia habla de los casos en los cuales existe una clara oposición por parte de los padres a reconocer la condición trans de sus hijos e hijas, lo que lleva muchas veces a abandonar el acompañamiento y, por lo tanto, a interrumpir el proceso de transición del infante. Sin embargo, recuerda con más cariño aquellas experiencias buenas en las que personas se han acercado a ella en busca de ayuda, y trae a colación un momento en especial de una conferencia: “Hace como dos años o tres, hubo un foro de infancias trans que organizó COPRED (Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación) en la Ciudad de México, donde yo hice una pregunta: ¿a qué atribuyen que de diez años para acá ha habido una visibilización importantísima de niños y niñas y adolescentes trans?. Mi teoría era que hay más información, que no está al alcance de los niños, pero sí de los padres, y que además ha habido un cambio muy grande en la crianza, en la que yo soy de la generación de ‘cállate y siéntate’. Hoy en día, afortunadamente, ya se toma en cuenta a sus hijos e hijas y se dan cuenta de que hay una apertura para hablar de esos temas, pero la respuesta que dieron me sorprendió, me dijeron: ‘Es gracias a ustedes, porque han abierto camino’”.
Alejandra Zuccolotto Rodríguez (Córdoba, Ver., 1989) es licenciada en Psicología por la Universidad Veracruzana. Actualmente cursa la licenciatura en Lengua y Literatura Hispánicas en la misma institución. Es becaria en el Instituto de Investigaciones Lingüístico-Literarias (UV).
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