El oficio del escarabajo*
Lorena Huitrón
En la escena primera del quinto acto de Hamlet, un sepulturero le dice a otro que los caballeros de nobleza más antigua son los jardineros, los cavadores y quienes hacen tumbas. Pero son ellos, los sepultureros, los constructores de las obras más durables, éstas permanecerán hasta el día del juicio final.
Durante el último entierro, se improvisó un espacio para que la urna de mi tía estuviera entre la sepultura de mis abuelos. Una caja amplia para una cajita. La tapa de cemento no cabía, en medio de la solemnidad uno siente la ridiculez de sonreír porque el sepulturero se da cuenta de que estaba al revés y por eso no embonaba en la caja. Se cubre con más mezcla, improvisamos oraciones por la falta de asiduidad a misa. Miro la resistencia estoica de mi padre, como la del escarabajo enterrador.
El escarabajo enterrador deposita cadáveres de animales pequeños en una cámara subterránea. Los limpia, da vuelta al cuerpo hasta quedar de forma esférica para impedir su putrefacción.
Mi padre envuelve a su familia porque los cadáveres requieren cuidado permanente, porque es su responsabilidad. Yo siempre le he ayudado aunque no lo sepa, entro a esa cámara porque cuando las larvas crecen los padres se van en busca de nuevos cuerpos para sepultarlos.
La belleza de esta especie son sus lazos: actúan en parejas y cuidan de sus crías.
Nosotros nos alimentamos de la muerte mientras el enterrador coloca la última capa de cemento para fijar la pequeña lápida que guardará por siempre las cenizas.
Los escarabajos abundan, aunque su población disminuye durante las lluvias. Reaparecen en octubre. Poco se ha estudiado a esta especie en México, nada más en su relación con el clima y el área boscosa.
Poco sabemos de nosotros. Nos asomamos como familia usualmente al llorar.
Arropo con mi padre el cadáver de mi tía, lo giro como a las vendas que ella tenía en las piernas y en la cintura un día después de su operación. Lo voy haciendo con cuidado para que nada se mueva, ni su cara, ni su cabello perfectamente blanco debajo de las orejas, ni los ojos rojos de mi padre en el panteón con una lágrima, el sepulturero familiar, el oficio de nobleza más antigua según el primer enterrador del quinto acto escena primera en Hamlet.
Hago más grande esa esfera, la pinto de granate para depositarla, para que los nietos la descubran, la devoren y se cumpla el oficio del escarabajo enterrador.
*Estos poemas pertenecen al libro El oficio del escarabajo, Querétaro, Ediciones El Humo, 2019.
Lorena Huitrón Vázquez (Xalapa, 1982). Estudió Lengua y Literatura Hispánicas. Fue beneficiaria del Programa de Estímulos a la Creación Artística en el Estado de Veracruz (PECDAV) en poesía (2009-2010) y novela (2013-2014). Sus poemas han aparecido en distintas revistas impresas y electrónicas de México, Colombia y Puerto Rico, así como en antologías. Ha publicado: Parábola del desconocido (FETA, Colección la Ceibita, 2012); Erigir una Fortaleza (Instituto Literario de Veracruz, 2013); Una violencia sencilla (Sedeculta, Instituto literario de Veracruz, 2017), libro ganador del Premio Nacional de Poesía Experimental Raúl Renán 2015; Wintu (digital, Stomias Boa, 2017); y El oficio del escarabajo (Ediciones el Humo, 2019).
Comments