Fotografías: Indra Cano
El hartazgo tiene voz de mujer
Raquel Ortega
El contingente reunido marchaba por la avenida Ávila Camacho, las voces de mujeres de todas la edades, tamaños y formas gritaban: "¡Saquen sus rosarios de nuestros ovarios!" Algo se cimbró dentro de mí la primera vez que pronuncié esa consigna. Mi mente me trasladó por unos segundos a la iglesia en la que crecí y me vi tocando el pandero cuando tenía siete años. Luego recordé mi adolescencia, me vi parada frente a un grupo de niños dando clases en la escuelita dominical. Por último, vi a la jovencita de hace casi cuatro años oponiéndose al aborto.
Aunque nunca utilicé un rosario, ni pertenecí a la iglesia católica crecí bajo la doctrina cristiana y en ese preciso momento el peso de veinte años de enseñanzas vino a querer atemorizarme, a intentar apagar mi voz, a incitarme a desistir, a quitarme el pañuelo verde que con seguridad me había puesto minutos antes.
![](https://static.wixstatic.com/media/383431_8a76ba77b39442a0a2467b5bfb4a3690~mv2.jpg/v1/fill/w_980,h_1470,al_c,q_85,usm_0.66_1.00_0.01,enc_auto/383431_8a76ba77b39442a0a2467b5bfb4a3690~mv2.jpg)
Lo único que me ayudó en ese instante a contrarrestar ese temor fue la fuerza de las mujeres que estaban a mi lado, de las que gritaban, de las que alzaban sus cartulinas o de las que sostenían mantas. Las vi con atención, me sentí respaldada, me sentí partícipe, fui contagiada de su empatía y fortaleza. De pronto logré alzar mi voz y juro que al hacerlo un peso cayó de mi espalda. Caminé con paso firme, grité lo más alto que pude y con cada consigna sentía que tiraba por la borda las viejas creencias, los dogmas y condenas que habían regido y dirigido mi vida.
Al llegar a la plaza escuché a varias mujeres usar el micrófono para enunciar los nombres de otras mujeres víctimas de feminicidios o desaparecidas. Las vi con lágrimas en sus ojos, las escuché con una rabia inmensa y entonces comprendí lo que estaba ocurriendo. Sentí el hartazgo de la inseguridad, de las miles de mujeres muertas, de la nula atención del Estado, de las violencias que día a día atraviesan nuestros cuerpos, almas y mentes. Sentí el dolor, la impotencia y el coraje que inunda el cuerpo cuando cada día que pasa sólo se escuchan más casos de mujeres asesinadas, de mujeres y niñas desaparecidas, violadas, embarazadas y obligadas a parir; de noticias sobre hombres raptando, quemando, acuchillando, disparando, estrangulando, mutilando, desmembrando y prostituyendo los cuerpos de cientos de mujeres y niñas a diario.
El horror y la ira me invaden de solo escribirlo, porque a casi un año de esa marcha las cosas no han cambiado. Cada día que transcurre las mujeres seguimos siendo víctimas de un sin número de violencias y aunque somos muchas mujeres en esta constante lucha no estamos todas presentes. En este número de Pérgola de humo el dossier está compuesto por fotografías de Indra Cano que exponen distintos momentos de las marchas organizadas en la ciudad de Xalapa durante el 2019. Fotos que reflejan la situación en que vivimos, de la que estamos hartas y por la que decidimos manifestarnos.
Las siguientes imágenes son sólo una probadita de todo lo que se vive cada marcha, pero sin duda alguna logran transmitir las emociones que desbordamos cuando tocamos las cacerolas, los instrumentos musicales, cuando golpeamos con baquetas los garrafones, cuando salimos a clamar por justicia, a exigir la autonomía y el poder de decisión sobre nuestros cuerpos. Mediante carteles exponemos nuestro pensar, sentir y confrontamos a los que nos juzgan. Con bordados enunciamos los nombres de nuestras hermanas ausentes. Y con miradas de complicidad nos decimos las unas a las otras, ¡No estás sola!
![](https://static.wixstatic.com/media/383431_23434e2b3b6141b38a2decae2bc1e145~mv2.jpg/v1/fill/w_980,h_653,al_c,q_85,usm_0.66_1.00_0.01,enc_auto/383431_23434e2b3b6141b38a2decae2bc1e145~mv2.jpg)
Seguimos luchando y al mismo tiempo creando espacios seguros para nosotras; tejemos con amor, ternura, sororidad, empatía, paciencia, valentía y fuerza una red infinita de apoyo para todas. Porque sabemos que cuando a una se le agota la esperanza, la fortaleza o el ánimo está la otra para brindar sus oídos, abrazos y palabras. Nos sostenemos entre todas, nos acuerpamos, nos amamos y sabemos que caminando de la mano es posible derrocar el sistema patriarcal que nos oprime y asesina.
El camino por recorrer aún es largo, pero no desistiremos, no claudicaremos. Este fuego arde en nuestro ser y grita, ¡Ni una más! Las paredes y monumentos son los lienzos donde escribimos los nombres de los violadores y feminicidas, las consignas feministas y los nombres de nuestras compañeras desaparecidas o asesinadas. Nosotras no olvidamos, nosotras resistimos, nosotras luchamos, nosotras gritamos, y es por ello que el hartazgo tiene voz de mujer.
![](https://static.wixstatic.com/media/383431_3dc32716924e4d26aad4a3bfdc004e85~mv2.jpg/v1/fill/w_980,h_1470,al_c,q_85,usm_0.66_1.00_0.01,enc_auto/383431_3dc32716924e4d26aad4a3bfdc004e85~mv2.jpg)
![](https://static.wixstatic.com/media/383431_01825c8b1f2149b2b05db5e530a71a90~mv2.jpg/v1/fill/w_980,h_653,al_c,q_85,usm_0.66_1.00_0.01,enc_auto/383431_01825c8b1f2149b2b05db5e530a71a90~mv2.jpg)
![](https://static.wixstatic.com/media/383431_73e82cb42bc44b94a227e1c8ee9df5c3~mv2.jpeg/v1/fill/w_581,h_1032,al_c,q_85,enc_auto/383431_73e82cb42bc44b94a227e1c8ee9df5c3~mv2.jpeg)
Dibujo: Laura Jácome
תגובות