Lino Daniel
Acteón
Estos ojos con los que yo te veo,
son llave,
son deseo.
Con ellos cuento el número de los engranes en la arena.
Entreveo las lindes contra las que revienta el sonido.
Observo, cuidadosamente, los peldaños de la luz.
Y a veces, los espejismos de las sombras
me llevan en un cortejo de espirales
hasta los sitios verdes de la carne.
Soy aquello que he visto bailar en el eje vertical del mundo,
soy un ciervo figurado, presa de las fauces de cincuenta perros.
soy estos ojos que me sujetan a mirar.
Cucaracho, huérfano y voyeurista
Cruzo el umbral de El bosque de Diana con el hocico de mis perros olfateando su misterio.
La luz neón se derrama sobre la cresta iliaca de una bailarina; le empapa la línea elástica una triangular censura.
—Todo lo que veo es mío —me digo.
Y respiro los versos de una canción de The Clash que me pregunta si ¿Debería quedarme o tendría que marcharme?
Aprieto los doscientos pesos en mi bolsillo (con ellos pagaré la deuda de lo visible); aprieto otra vez y escucho al billete que, en hexadecasílabo, se burla de mí:
—“Y por mirarlo todo; nada veía / ni discernir podía” —dice.
Al instante, sujeto a la realidad sonora del lugar, me entra un frío por los ojos cuando ella me descubre; alta, edificada sobre sus zapatillas glaciares.
—“Piramidal, funesta” —escucho que susurran los doscientos.
Me encuentra ahí, a ras de piso, cucaracho, huérfano, voyeurista, rumiando lástima.
Bonifacio Contreras Tovar
Lino Daniel estudió Lengua y Literatura Hispánicas en la UV. Fue beneficiario del pecda Veracruz en la categoría Jóvenes Creadores y becario de la flm. Sus poemas se han publicado en revistas y suplementos culturales, como Laberinto, de Milenio.
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